viernes, 27 de enero de 2017

Documentos de sociopolítica





LA DEMOCRACIA ATENIENSE

Época: Grecia antigua
Inicio: Año 2800 A. C.
Fin: Año 146 D.C.

Álvaro Cruz García Universidad Complutense Madrid
Licenciado, Historia, Antropología
1985 – 1990

Comentario



La democracia ateniense sólo implicaba a los ciudadanos en las tareas de gobierno y en la elaboración de las leyes. Todos los ciudadanos eran iguales ante la ley, sólo existía diferenciación económica entre ellos. La elección de cargos públicos se realizaba por sorteo, remunerando a aquellos ciudadanos que no tenían rentas suficientes para dedicarse en exclusiva a la política. De esta manera se impedía que los poderosos coparan los cargos más importantes. El poder legislativo está en manos de la Asamblea (Ecclesia) que tiene la función de aprobar las leyes y los impuestos; en ella participan unos 3.000 ciudadanos aunque está formada por los 40.000. La dirección de la Asamblea recae en un consejo llamado Boule integrado por 5.000 ciudadanos elegidos por sorteo, siendo el consejo quien propone las leyes. El poder judicial está constituido por un tribunal (Helieo) que juzga las quejas de los ciudadanos; está formado por ciudadanos elegidos por sorteo en la Asamblea y tiene un equipo asesor integrado por juristas llamados arcontes. El poder ejecutivo está formado por los magistrados, dirige el ejército, la política exterior y la economía; su control está en manos de la Asamblea y debe obedecerla.
Según nos cuenta Tucídides (Historia de las Guerras del Peloponeso), el mismo Pericles, impulsor de la democracia ateniense, se vanagloriaba del sistema de gobierno:
"Tenemos un régimen de gobierno que no envidia las leyes de otras ciudades, sino que más somos ejemplo para otros imitadores de los demás. Su nombre es democracia, por no depender el gobierno de pocos, sino de un número mayor; de acuerdo con nuestras leyes, cada cual está en situación de igualdad de derechos en las disensiones privadas, mientras que según el renombre que cada uno, a juicio de la estimación pública, tiene en algún respecto, así es honrado en la cosa pública; y no tanto por la clase social a que pertenece como por su mérito, ni tampoco, en caso de pobreza, si uno puede hacer cualquier beneficio a la ciudad, se le impide por la oscuridad de su fama".
Otra opinión favorable a la democracia la expresó Jenofonte (La República ateniense):
"Opino que es justo favorecer al pueblo en general en detrimento de los nobles y los ricos, porque es el pueblo quien, al dar los hombres para la marina y el comercio, constituye la fuerza de Atenas. En consecuencia, justo es que participe de los cargos que dependen de una elección".
Una visión crítica con la democracia ateniense, más elitista y restrictiva la ofrece, sin embargo, Platón (Protágoras), quien se muestra partidario de dejar los asuntos de la política en manos de profesionales:
"En nuestras asambleas, cuando se trata de deliberar sobre una construcción, se hace venir a los arquitectos para que den su asesoramiento; cuando hay que construir barcos, se llama a los armadores... Pero si se trata de deliberar sobre el gobierno de la ciudad, entonces cada uno se levanta para dar su opinión, sea carpintero, herrero, zapatero, comerciante o armador; lo mismo ricos que pobres, nobles o campesinos, es igual".





SOCIEDAD FEUDAL

Por Luis Carlos Buitrago Rodríguez
Universidad La Gran Colombia Armenia

Se denomina Sociedad Feudal, a  la organización social, política y económica basada en el feudo que predominó en la Europa Occidental entre los siglos IX y XV.  Se  trataba  de  propiedades  de  terrenos  cultivados  principalmente  por siervos, parte de cuya producción debía ser entregada en concepto de “censo” (arriendo), al amo de las tierras, en la mayoría de los casos, un pequeño noble (señor) nominalmente leal a un Rey.

El modo Feudal de producción existió con unas u otras características en casi todas  las naciones, mientras que en algunos países duró hasta el siglo XVII y XVIII  en  otros  pervivió  hasta  el  primer  tercio  del  siglo  XX.  En  eso  de  la cronología  es  más  importante  precisar  un  periodo  o  época  acorde  con  el desarrollo  social  y  económico  propio  de  esa  sociedad  y  no  una  clasificación convencional  que  en  algunos  casos  es  poco  diciente  y  mucho  menos representativa. Lo anterior se  reseña por el  largo periodo histórico que abarcó el feudalismo unos dos mil años aproximadamente. Mientras algunas naciones habían  dejado  muy  atrás  su  estructura  social  económica,  otros  pueblos  se desarrollaban de esa forma.

Dentro  de  las  relaciones  existentes  en  el  feudalismo,  se  observaba  que  el fundamento de  las relaciones de producción de  la sociedad se basaba en que el señor  feudal era el propietario de  la  tierra y explotaba a  los campesinos. El siervo  se  diferenciaba  cardinalmente  del  esclavo,  en  que  se  le  respetaba  la vida, aunque en la práctica muchos señores feudales aplicaban serios castigos al siervo. El campesino tenía interés en su trabajo ya que poseía una parcela. A diferencia  del  esclavo,  poseía  una  economía  propia  basada  en  su  trabajo personal.  Era  objeto  de  compraventa  y  en muchos  casos  el  señor  feudal  se entrometía en su vida privada. El campesino  recibía una parcela  la que debía trabajar y pagar una renta, a esto se denominó renta del suelo, y a medida que se  desarrollaron  las  fuerzas  productivas  tomó  diferentes modalidades.  Estas fueron: renta en  trabajo, prestaciones personales,  renta en especie y  renta en dinero.

Renta  en  trabajo  y  prestaciones  personales:  consistía  en  la  obligación  de trabajar 2 o 3 días en la tierra del señor y además efectuar labores agrícolas y domésticas.
Renta en especie: Era un pago en especie mediante un porcentaje que iba del 5 al 20% de lo producido en la propia parcela.
Renta  en  dinero:  Era  un  pago  en  metálico  por  el  uso  de  puentes,  minas molinos, fraguas, etc.
En algunas  regiones existieron estas  tres  formas de  tributos. Si bien es cierto que  el  feudalismo  desde  su  aparición,  desarrollo  y  desintegración  atravesó diferentes  etapas  y  la  ciencia  histórica  no  ha  establecido  una  división  común por las mismas complejidades del mismo, no por eso se puede dejar de señalar los tres periodos más extendidos que son: el alto feudalismo que es el periodo de  constitución  de  las  relaciones  feudales  de  producción,  que  se  caracteriza  por  la  fundación  de  la  propiedad  feudal  y  por  la  paulatina  reducción  a  la servidumbre  de  los  campesinos  de  las  comunidades  libres  y  de  los  antiguos esclavos y colonos, el feudalismo desarrollado o Edad Media representado por el desarrollo pleno de  las relaciones de producción,  la reanimación económica de las ciudades y las actividades comerciales, y el bajo feudalismo o baja Edad Media,  determinado  por  la  desintegración  de  las  relaciones  feudales  de producción.
Dentro  del  feudalismo  la  Iglesia  desempeño  un  papel  importante  porque  su influencia se halla ampliamente establecida. La  Iglesia vino a ser  la  institución que canalizó el movimiento religioso-social que se había gestado a comienzos del  imperio Romano y que se propagó por gran parte del mundo de  la época. La fuente indiscutible la encontramos en la Biblia.
Una característica  importante del   Feudalismo es que era un sistema natural, cerrado,  se  producía  para  satisfacer  las  necesidades  del  feudo,  no  para negociar  o  comerciar.  Era  una  economía  rural.  La  actividad  principal  era  la agricultura, alrededor de la cual florecieron los oficios.
En  la  sociedad  Medieval,  la  producción  estaba  destinada  principalmente  al consumo propio, a satisfacer solo las necesidades del productor y de su familia.
En el  feudalismo no se producía mercancías  (bienes para  intercambio) por  lo que el desarrollo del comercio es muy pobre en ésta época. Las ciudades surgen cuando se desarrollaron los Burgos a orillas de los feudos, constituyendo centros comerciales y artesanías.
La producción artesanal de los Burgos se realiza en los talleres artesanales, los cuales están organizados en maestros, oficiales y aprendices. Los oficios están organizados en gremios representados por un santo patrono. El comercio está organizado en Gildas.
En  la época del Feudalismo  se  fomentó poco a poco  la producción mercantil simple, es decir,  la producción de mercancías para el cambio. Producción que se basaba en la propiedad privada de los medios de producción y en el trabajo personal.  Entre  los  productores  de  mercancías  tenía  lugar  una  encarnizada lucha  de  competencia,  que  producía  la  diferenciación  entre  pobres  y  ricos, tanto en la ciudad como en el campo.

FUENTES CONSULTADAS

Historia de las Doctrinas económicas. ANTONIO GUTIERREZ RINCÓN.
Fundamentos de Economía. Silvestre Méndez M.



REPÚBLICA - Definición

Tradicionalmente, se ha definido la república como la forma de gobierno de los países en los que el pueblo tiene la soberanía y facultad para el ejercicio del poder, aunque sea delegado por el pueblo soberano en gobernantes que elige de un modo u otro. En la práctica suele pensarse que la forma de estado de un país es la monarquía si tiene rey, y república si no lo tiene. Lo cierto es que una república está fundamentada en el “imperio de la ley” y no en el “imperio de los hombres”. Una república es, de este modo, un sistema institucional independiente de los vaivenes políticos y en la cual tanto los gobernantes como los gobernados se someten por igual a un conjunto de principios fundamentales normalmente establecidos en una constitución.
“Un montón de gente no es una república” Aristóteles.
Y la constitución, de ser apegada al Derecho, sirve para protegerlo y definir incluso qué leyes son buenas y cuáles malas en el marco de referencia constitucional.
El desconocimiento de estos principios clásicos en el mundo moderno lentamente ha conducido a muchos a expresarse en términos de “repúblicas democráticas” o “repúblicas islámicas”, sin considerar la contradicción que tales frases contienen.
Son elementos comunes que participan del contenido de la definición tradicional que la cultura occidental ha elaborado del concepto “República”:
  1. La periodicidad en los cargos
  2. La publicidad de los actos de gobierno: no es posible el secreto de Estado
  3. La responsabilidad de políticos y funcionarios públicos
  4. La separación y control entre los poderes
  5. La soberanía de la ley
  6. El ejercicio de la ciudadanía, quien pone y depone
  7. La práctica del respeto, y no la intolerancia, con las ideas opuestas
  8. La igualdad ante la ley
  9. La idoneidad como condición de acceso a los cargos públicos
El Estado, que es el conjunto de instituciones que ejerce su gobierno y aplica sus leyes con soberanía sobre un territorio delimitado, necesita que ese poder de mando ejercido por el gobierno, se halle organizado de algún modo. Así puede ser monárquico o republicano.
La República puede estar constituida sobre un Estado espacialmente dividido en territorios autónomos, lo sería una República Federal como el caso de Argentina, o con un poder centralizado sobre todo el territorio del país, lo que constituiría una República Unitaria, como por ejemplo, Colombia y Uruguay.
También puede ser la república, una democracia o una aristocracia, como la república concebida por Platón, que en realidad se llamaba “politeia” donde se aspiraba a que gobiernen los mejores, en una forma donde se entremezclaban rasgos de la democracia con los de la aristocracia.
Existen repúblicas presidencialistas, como el caso de Estados Unidos, Argentina y Ecuador, donde el jefe de Estado y el de Gobierno, elegido por el pueblo, coinciden, y parlamentarias, donde están diferenciadas las funciones del Jefe de Estado y del Jefe de Gobierno, que es elegido por el Parlamento, frente al que es responsable políticamente, como Alemania, Austria, Israel y Grecia.
República proviene del vocablo latino res (cosa) pública, perteneciente al “populus” o pueblo, significando que el poder reside en el pueblo, que lo delega transitoriamente en sus representantes. Esta es una diferencia fundamental con los gobiernos monárquicos donde el soberano tiene carácter vitalicio, y muchas veces, hereditario.
Una característica fundamental del sistema de gobierno republicano es la división de poderes, constitucionalmente establecida, que son usualmente tres, divididos en cuanto a su funciones específicas: un órgano administrador, representado en el Poder Ejecutivo, otro “hacedor de leyes” llamado Poder Legislativo, y otro que tiene la misión de aplicar esas leyes en los casos específicos sometidos a su apreciación, que es el Poder Judicial. La división de poderes ya estuvo propugnada por Montesquieu, como un modo de equilibrar y controlar el poder evitando abusos por parte de quien lo ostenta.
Otras características de la República, son: la igualdad ante la ley de todos los ciudadanos; los gobernantes son responsables ante el pueblo que los eligió, por sus actos de gobierno; y la publicidad de dichos actos, que no deben ser secretos, sino puestos a conocimiento del público para poder ser controlados.
Fuente consultada:
http://es.wikipedia.org/wiki/Rep%C3%BAblica

CAPITALISMO

Para definir el capitalismo es necesario definir sus principios básicos, ya que no existe una definición precisa que sea aceptada por todos.
Generalmente, el capitalismo se considera un sistema económico en el cual la propiedad privada desempeña un papel fundamental. Este es el primero de los principios básicos del capitalismo. Se incluyen también dentro de éstos la libertad de empresa y de elección, el interés propio como motivación dominante, la competencia, la fundamentación en el sistema de precios o de mercado y un reducido papel del gobierno[1] .
Sobre la propiedad privada, el capitalismo establece que los recursos deben estar en manos de las empresas y personas particulares, de esta forma, a los particulares se les facilita el uso, empleo y control de los recursos que utilicen en sus labores productivas. Como consecuencia de lo anterior, los particulares podrán utilizar los recursos como mejor les parezca.
La libertad de empresa propone que las empresas sean libres de conseguir recursos económicos y transformarlos en una nueva mercancía o servicio que será ofrecido en el mercado que éstas dispongan. A su vez, son libres de escoger el negocio que deseen desarrollar y el momento para entrar o salir de éste. La libertad de elección se aplica a las empresas, los trabajadores y los consumidores, pues la empresa puede manejar sus recursos como crea conveniente, los trabajadores pueden realizar un trabajo cualquiera que esté dentro de sus capacidades y los consumidores son libres de escoger lo que desean consumir, buscando que el producto escogido cumpla con sus necesidades y se encuentre dentro de los límites de su ingreso.
Competencia se refiere a la existencia de un gran número de empresas o personas que ofrecen y venden un producto (son oferentes) en un mercado determinado. En dicho mercado también existe un gran número de personas o empresas, denominadas consumidores (también llamados demandantes), las cuales, según sus preferencias y necesidades, compran o demandan esos productos. A través de la competencia se establece una “rivalidad” entre productores. Los productores buscan acaparar la mayor cantidad de consumidores para sí. Para conseguir esto, utilizan estrategias de reducción de precios, mejoramiento de la calidad, etc., siendo esta la forma en que la competencia crea un cierto control que evita el abuso por parte de alguna de las partes.
El capitalismo se basa en una economía en la cual el mercado predomina. En éste se llevan a cabo las transacciones económicas entre personas, empresas y organizaciones que ofrecen productos y las que los demandan. El mercado, por medio de las leyes de la oferta y la demanda, regula los precios según los cuales se intercambian los bienes y servicios, (mercado) permite la asignación de recursos y garantiza la distribución de la renta entre los individuos. 
Cada uno de los actores del mercado actúa según su propio interés; por ejemplo, el capitalista, quien posee los recursos y el capital, busca la maximización del beneficio propio por medio de la acumulación y reproducción de los recursos, del capital; los trabajadores, quienes trabajan por la recompensa material que reciben (el salario) y, por último, los consumidores, quienes buscan obtener la mayor satisfacción o utilidad adquiriendo lo que quieren y necesitan al menor precio posible. 
El gobierno en una economía capitalista pura está reducido a su mínima expresión. Sólo se encarga del ordenamiento jurídico que garantice ciertas libertades civiles y la implantación de políticas indispensables para el funcionamiento de los mercados y el respeto de la propiedad privada. Su presencia en la economía perturba el funcionamiento de ésta. 
Dependiendo del nivel de influencia del gobierno en la economía, además del capitalismo puro, existen el capitalismo autoritario (en el cual los recursos le pertenecen a los particulares pero el gobierno dirige y controla gran parte de la economía) y el capitalismo mixto (en el cual el gobierno y los particulares influyen en la distribución y asignación de los recursos). 

Bibliografía consultada

McCONNELL, Campbell R. y BRUE, Stanley L., |Economía, McGraw-Hill, 1997.




COMUNISMO
Es el gobierno ejercido por un solo partido que representa al pueblo y que administra todos los bienes de producción (empresas, fabricas, herramientas, etc.) ejerciendo un control estricto sobre las actividades sociales, económicas y políticas de la sociedad.
A este gobierno se le llama comunista porque centra su poder en la comunidad; el partido único tiene como misión la coordinación de todo un grupo para obtener resultados en comunidad. Las personas que pertenecen al partido político no deben tener ninguna clase de privilegios en particular.
Se puede rastrear el nacimiento del comunismo en los albores de la Revolución Industrial, ello debido al surgimiento de movimientos obreros que reclamaban seguridad laboral y salarial?  Estos movimientos, en algunos casos, fueron violentos (destrucción de máquinas y producción) y en otros casos constituyeron uniones de trabajadores que estuvieron por mucho tiempo prohibidas ante la ley.
Las principales ideologías que fundamentaron el nacimiento de las doctrinas comunistas no fueron fruto del pensamiento obrero sino del trabajo de intelectuales pertenecientes a los sectores más acomodados. Una de estas corrientes ideológicas, el socialismo (término que apareció en 1830) afirmaba:
- Una resuelta oposición al capitalismo industrial.
- La necesidad de que los bienes materiales no fuesen propiedad privada.
Las formas o métodos con las cuales los socialistas pretendían lograr estos fines variaban:
Socialismo utópico: Describía sociedades ideales, como por ejemplo aquellas fundamentadas en la noción de cooperativas de trabajadores sin propiedad privada (Owen) o en tecnocracias, es decir, en Estados que estuvieran gobernados por científicos, técnicos e industriales (conde de Saint-Simon).
Catolicismo social (Francia y Bélgica): En 1850, obispos, sacerdotes y personas cercanas a la Iglesia reclamaban al Estado mejores y más reglamentadas condiciones para los trabajadores que incluyeran la protección moral de los trabajadores frente a los dueños de las industrias.
Revolución social: Los revolucionarios socialistas franceses desataron la revolución de 1848, ellos creían que la mejor forma de hacer la revolución era tomándose el poder por la fuerza.
Socialismo científico: Carlos Marx y Federico Engels son sus principales exponentes; juntos redactaron un programa teórico y práctico: el Manifiesto del Partido Comunista (1848), en el cual se hace un llamado a todos los obreros del mundo para hacer la revolución contra la burguesía. En su obra, Marx expone las siguientes ideas:
- Los medios de producción no pueden ser propiedad privada, pues son riqueza y la riqueza es fruto del trabajo.
- Toda la historia de la humanidad ha sido una lucha de clases.
- La lucha de las clases terminará cuando los trabajadores acaben por completo con el capitalismo industrial; la única manera de conseguirlo es por medio de la revolución.
Las ideas de Marx tuvieron especial acogida entre los campesinos rusos, en especial entre las facciones menchevique (revolucionarios comunistas moderados) y bolchevique (revolucionarios comunistas radicales), estos últimos, guiados por Lenin y Trotsky, se hicieron al poder en Rusia con la ayuda de ciertos sectores del ejército ruso que había resultado aplastado por los ejércitos prusianos durante las campañas bélicas de los años 1914, 1915 y 1916 en Europa (Primera Guerra Mundial). Llegado el año de 1917, en marzo se presentó un primer movimiento de insurrección liderado tanto por los mencheviques (al mando de Kerenski) como por los bolcheviques, lo que dio fin a la existencia del Imperio ruso y comienzo al gobierno comunista moderado de Kerenski, pero tan sólo con los acontecimientos del 24 y 25 de octubre se definió, tras la victoria de los bolcheviques sobre las facciones moderadas del gobierno de Kerenski, la definitiva implantación de un gobierno comunista en Rusia, que de ahí en adelante adoptaría el nombre de Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Nobles, Iglesia, industriales y terratenientes fueron despojados de sus riquezas y el Estado pasó a ser el dueño de tierras y fábricas.
Pero la expansión de las ideas socialistas no tuvo únicamente a la Unión Soviética por escenario, pues muchos países escogieron este camino, como es el caso de China, Cuba, Yugoslavia entre otros. Muchos de estos gobiernos fueron el resultado de auténticas luchas nacionales en pro de un mejoramiento de las formas de vida de sus pueblos (como fue el caso de Chile durante el gobierno de Salvador Allende, o el de Guatemala durante el gobierno de Jacobo Arbenz), pero también hubo muchos gobiernos de tipo socialista que fueron el resultado de la imposición de las políticas de expansión de la Unión Soviética (como es el caso de Rumania, Polonia o Checoslovaquia, entre otros).

Bibliografía
Deutsch, Karl, Política y gobierno, Fondo de cultura económica, Madrid, 1976.
Echeverry, Álvaro, Teoría constitucional y ciencia política, Ediciones Librería del profesional. Santafé de Bogotá, 1997.




SOCIALISMO
En el siglo XIX, tanto en Europa como en Estados Unidos, el capitalismo industrial fue un hecho consumado del cual nació el proletariado industrial, una clase social que fomentó la mayoría de movimientos sociales en un gran número de países de Europa, entre los que se destacan la Revolución de 1848 y la Comuna de París de 1871, ambos en Francia.
Como consecuencia del auge del capitalismo nace el socialismo, una ideología política que atacaba los cimientos del capitalismo como doctrina económica y social.
Esta ideología apareció al mismo tiempo en Francia e Inglaterra (1830 y 1840), pretendiendo convertirse en un mecanismo de control de la burguesía y de la propiedad privada, aunque en un principio no pretendía abolirlos sino simplemente vigilarlos en pro del beneficio de la clase trabajadora.
Carlos Marx, en 1844, creó un nuevo tipo de socialismo, conocido como socialismo científico, el cual planteaba:
ü  El derrocamiento de la burguesía.
ü  La dominación del proletariado.
ü  La abolición de la clase burguesa.
ü  La creación de una nueva sociedad que no tuviera ni clases sociales ni propiedad privada.
Los textos más importantes del socialismo científico son, Principios del comunismo(1847), escrito por Federico Engels, el Manifiesto del Partido Comunista (1848) escrito por Federico Engels y Carlos Marx, y la obra más importante de Carlos Marx, El Capital (1867-1895).
Con la aparición de Marx y Engels el socialismo se parte en dos; antes de estos dos ideólogos el socialismo criticaba el modelo capitalista de producción existente y las consecuencias que éste traía, pero no podía explicar el porqué de éste, lo que hacía muy difícil cimentar una ideología que contrarrestara efectivamente los postulados básicos del capitalismo, pero con la aparición de la obra de Marx y Engels se hizo evidente que la lucha de clases conlleva a la toma del poder por parte del proletariado, y que como consecuencia de esta lucha ha de surgir una sociedad sin clases.
En el año de 1883, las ideas socialistas habían recorrido casi el mundo entero, caracterizándose por la confrontación teórica que implicaban. Entre 1889 y 1914 el socialismo se arraigó profundamente en países como Austria, Francia y Alemania, aunque estas ideas, paradójicamente, dieron verdaderos frutos en la Revolución de Octubre, en Rusia, en 1917. Debido a esta revolución nace la Unión Soviética, con lo que se convirtió en el primer país del mundo en implantar un modelo socialista de gobierno en el mundo.
La condición precaria en que aún se encontraba la clase obrera, que dio lugar a que por varios decenios se impusiera el socialismo utópico, hizo que ella actuara en la Revolución Francesa de 1830 como un simple agregado de la burguesía. Poco a poco sus miras y su acción se fueron radicalizando y por eso, en los mismos años 30, hubo levantamientos proletarios en París y en Lyon, determinados por las malas condiciones de trabajo, y en el otro país industrializado, Inglaterra, ocurrió en el mismo lapso el notable movimiento conocido con el nombre del Cartismo, del que diremos unas palabras.
Las clases medias inglesas habían conquistado en 1832 el derecho al voto, ejemplo que dio lugar a que el obrerismo reclamara el sufragio universal. El movimiento organizado en torno de la Carta, o sea la petición dirigida al Parlamento en ese sentido, tuvo su hora de plenitud en 1838, pero la agitación continuó por un tiempo más sin que las peticiones obtuvieran éxito. Ellas no eran sólo políticas: también había unas de carácter social, como las relativas a una mejor vivienda y a trato humano por parte del patronato. El Cartismo fue el equivalente inglés de las revoluciones de 1848 en varios países del continente. Los cartistas pensaban en efecto que el voto universal era el paso obligado hacia la transformación completa de la sociedad. Por algo Marx y Engels, yendo más al fondo, escribieron en dicho año del 48 que en lo que se debía pensar era en el derrocamiento del capitalismo. Conquistas como la primera ley de fábricas y la reducción de la jornada de trabajo a diez horas, no alcanzaron a atemperar las ambiciones radicales de los cartistas. Cuando sus dirigentes organizaban sindicatos y trataban de unirlos en un solo frente, daban la prueba de que su pensamiento iba más allá de las reivindicaciones inmediatas.
Al escribir que en 1848 se abría otro capítulo en los anales de la liberación humana, nos basamos en el hecho de que en ese año se manifestaron dos movimientos que debían confluir: de un lado el estrictamente obrero, expresado en luchas como las que hemos mencionado, y del otro, el movimiento socialista, con una filosofía precisa, pues fue entonces cuando se publicó el Manifiesto Comunista, en el cual Marx y Engels fijaron los derroteros de la nueva clase. Los vaivenes conceptuales, las oscilaciones teóricas, debían terminar por obra de ese texto, elocuente y profundo.
No era cualquier conglomerado el que estaba a la vanguardia. Carlos Kautsky, uno de los primeros en estudiar a fondo la clase obrera, expresó en uno de sus mejores libros (38) que ella es la única que se interesa por la suerte de toda la comunidad, no porque sus componentes sean superiores a los otros seres, sino porque lo que buscan coincide con la suerte de todos. En otras palabras, mientras los señores feudales y los burgueses hicieron derivar las revoluciones que acaudillaron en el sentido de entronizar privilegios que sólo convenían a los sectores sociales victoriosos, ahora llegaba una clase que no se propone establecer y proteger con alambradas las ventajas que sólo a ella conciernen, sino que procura amparar los intereses de todos los asociados. Por eso promete suprimir las diversas clases.
Naturalmente el agregado humano que persigue tan altos fines tiene que limpiarse cada día de la escoria. Erigidos en pedagogos de elevada jerarquía, Marx y Engels se dirigieron así a los obreros en 1850: "Tenéis que sostener 15, 20, 50 años de luchas sociales, no sólo para cambiar las condiciones actuales, sino para transformaros vosotros mismos y haceros dignos del poder".
Y donde esa clase no está todavía en capacidad de dar la batalla definitiva, no debe intentarla sino ayudar a la burguesía a suprimir el poder sobreviviente del absolutismo y del señorío feudal. Ese fue el consejo que les dio Marx a los trabajadores alemanes en la década del 40, en el entendimiento de que ellos arreglarían cuentas después con los capitalistas.
En el Manifiesto Comunista los autores señalan que los progresos del proletariado en madurez y competencia son uno de los requisitos esenciales para sustituir la sociedad actual. Del crecimiento del número de asalariados y de su concentración en las fábricas se encarga el capitalismo; pero tomar conciencia de sus derechos y de sus deberes hacia los asociados es tarea que incumbe exclusivamente a los trabajadores. El despegue consista en que éstos entiendan que su salvación no es individual ni está en la constitución de pequeñas unidades económicas, sino en la explotación colectiva de los grandes medios de producción, para lo cual es necesario eliminar de una vez por todas las ideas de que esos medios pueden ser objeto de propiedad privada.
¡Larga empresa, camino empinado! Pero si se miraba hacia atrás se descubría que se había recorrido mucha parte del sendero. Bastaba establecer el contraste entre lo que se pensaba ahora y lo que se pensaba antes. En el siglo XVIII; por esa misma época, reinaba la Escuela Fisiocrática. Mientras ésta; según el paralelo que señala Bouglé, defendía la propiedad privada, en la actualidad los revolucionarios la combaten; cuando los fisiócratas exaltaban la agricultura, las nuevas tendencias consagran la industria; mientras el héroe de entonces era el campesino, el de hoy es el obrero. Es toda una revolución.


Bibliografía

Constitución política de Colombia, 1991
Touchard, Jean, Historia de las ideas políticas, editorial Tecnos, Madrid, 1985.
Souyri, Pierre, El marxismo después de Marx, editorial Península, Barcelona, 1971.
Bravo Molina, Carlos Ramiro, El socialismo. Aproximaciones a una síntesis histórica. En: Revista de ciencias humanas de la UTP, núm. 11, 1977.



[1] McCONNELL, Campbell R., BRUE, Stanley L.. Economía. McGraw-Hill. 1997. Pág 62.