Ética e Interacción Humana
lunes, 13 de noviembre de 2017
sábado, 30 de septiembre de 2017
Axiólogía y educación
LA AXIOLOGÍA Y SU
RELACIÓN CON LA EDUCACIÓN
Juana Manjón Ruiz
Universidad de Sevilla
1.1. FUNDA MENTACIÓN Y
DESARROLLO DE LA AXIOLOGÍA EDUCATIVA. ANÁLISIS CONCEPTUAL.
El estudio de la
Axiología en sus comienzos y a lo largo de todo su desarrollo ha ido suscitando
diversas categorizaciones conceptuales no sólo por el significado concreto del
término, sino también en cuanto a su fundamentación epistemológica.[1]
En un principio el
término axiología se utiliza como estudio o teoría que emitimos de tal o cual
clase de valor, concepto que en su sentido más restringido sólo se emplea para
los valores de orden espiritual o trascendental y. más específicamente aplicado
a conceptos relacionados con el orden moral y ético. Es en este sentido como se
encuentra recogido por LAPIE (1902), como ciencia del valor moral. Por otro
lado en su sentido más amplio: sería la teoría crítica de la noción de valor en
general. Así pues, para LALANDE (1967:99), la axiología, "sería a la
ciencia de los valores morales, o lógicos o estéticos, como la metodología
general al estudio de los métodos de las Matemáticas, de la Física, de la
Fisiología, de la Historia, etc".
Por tanto, parece
evidente la existencia de una cierta confusión a la hora de concebir la
axiología como disciplina, como estudio o teoría, o como ciencia de los
valores. Se cree que esta aparente falta de unanimidad, de criterio, ha
determinado también a lo largo de la relativamente dilatada historia de la
axiología, la ausencia de elementos lo suficientemente consolidados que
sirvieran de identificadores de su propia consistencia como teoría científica,
incluida, por supuesto, la especificación de sus planteamientos metodológicos.
Esta realidad, a su vez, ha implicado no sólo un cierto dualismo conceptual,
sino una patente problematización temática que en ocasiones ha llevado incluso
al cuestionamiento de su validez científica, es decir, si de hecho tenía la
suficiente entidad para constituirse efectivamente como ciencia con su propio
estatuto epistemológico (LALANDE, 1967).
Dentro del campo
científico, fue identificada en un primer momento como disciplina filosófica,
siendo "colocada por unos en la Metafísica porque los valores son
referidos al ser; por otros en la Ética, porque se ocupa exclusivamente de
valores éticos; en la Estética por algunos porque los valores están vinculados
al legado cultural de cada sociedad" (FERMOSO, 1985:227), o por el
contrario como el caso de LOTZE (1817-1881) -autor que otorgaba una gran
importancia a los valores- "que pretendió reducir la lógica, la ética y la
metafísica a la axiología" (FRONDIZI, 1986: 50). Sin embargo,
posteriormente, el estudio de los valores ha entrado a formar parte de otras
ramas del saber, entre ella la Pedagogía, como lo demuestran los numerosos
estudios e investigaciones realizados y la amplia bibliografía existente. Es
decir, en el momento actual, se puede afirmar tal vez como en ningún otro
momento de la historia de la educación, que el estudio de los valores ha tomado
"carta de naturaleza" en el ámbito de los estudios pedagógicos, tanto
a niveles de reflexión analítica-teórica como empírica e investigadora, por lo
que se puede afirmar que se está casi en condiciones de hablar de una Axiología
educativa o de una Pedagogía axiológica.
Resulta de una
evidencia que no hay que justificar que
el planteamiento educativo es fundamentalmente, una
cuestión de finalidades y que tales "finalidades" son las que a través de un proceso ínter e intro-activo llevan al
ser humano a configurarlo como persona, y que esa configuración no sería
posible sin una meta, sin un "algo" que confiera al hombre la justificación
de su propia existencia.[2] Esta existencia a su
vez -y la historia de los pueblos así lo demuestran necesita de unas
referencias básicas axiológicas (NÚÑEZ CUBERO, 1984) no sólo inmanentes sino
también transcendentes, ya que no podría sostenerse la
afirmación de que el desarrollo de los pueblos y la evolución del propio
concepto de dignidad humana, sólo se deba a las conquistas llevadas
a cabo por el hombre en el orden económico
y material, pues se estaría negando el propio decurso de la historia y se
caería en un pragmatismo material y estéril.
Por tanto, ¿quién puede
negar la existencia de una ciencia que como la axiología se constituye en
facilitadora de "referencias", que ayudan al hombre a configurarse
como tal tanto individual como socialmente?; o dicho de otro modo, ¿quién puede
negar a su vez, que la
axiología pueda quizás también, constituirse como una disciplina auxiliar del
desarrollo de la propia ciencia pedagógica?
Por otra parte también
conviene tener en cuenta que el estudio axiológico o estudio de los valores en la
educación, no debe caracterizarse -como ha ocurrido en otros momentos— por la
aparición de ideales fijos y estáticos[3], sino en la
convergencia de una serie de parámetros-axiológicos-educativos que tengan como
finalidad la formación de patrones de conducta que siendo válidos para la
formación del hombre, no ejerzan en su vida una función estática y rígida que
hagan a éste insensible a cambios internos o
externos, ya que ello podría incluso llevar a una serie de
desequilibrios tanto físicos como psíquicos y/o emocionales, como expresa
ROKEACH (1979a: 16) cuando afirma que "cualquier conducta del hombre
encuentra su última justificación en dos motivos básicos del comportamiento: la
autoestima y el comportamiento moral". Y diremos que es aquí donde incide
de una forma directa y total, la importancia axiológica desde el punto de vista
educativo.
En esta misma línea
ESCÁMEZ (1986), afirma que los valores son
productos del hombre, (acuerdo a ideales, que permiten desarrollar sus energías
y posibilidades, e igualmente FERMOS (1985:237) cuando expresa que "los
valores son simultáneamente motivos y criterios de conducta, criterios para
juzgar la vida y motivos en cuanto a ideales reforzantes y
dinámicos". Por otro lado también, se ha tendido a identificar los valores
como propiedades (FRONDIZI, 1986 adjetivos o cualidades (MESSER, 1965) e
incluso algunos autores lo han hecho como cualidades terciarias, término que es
rechazado por FRONDIZI (1986:16). cuando afirma: "cualidades terciarias,
llamó Samuel Alexander a los valores, a fin de distinguirlos de
las otras dos clases de cualidades. La denominación no es adecuada porque los
valores no constituyen una tercera especie de cualidades, de acuerdo con un
criterio de división común, sino una clase nueva, según un
criterio también nuevo de división". Y así se podría seguir poniendo
ejemplos de la discusión o dialéctica
conceptual que se viene manteniendo en torno a la naturaleza del
valor. Discusión no exenta de tradición, si se recuerdan las posiciones antinómicas
que mantuvieron las Escuelas Austríacas (MEINONG, 1853-1921; EHRENFELS,
1850-1953) y Neokantiana de Badem (WINDELBAND. 1848-1915).
Pues bien, de todas las
afirmaciones anteriores, se podría inicialmente constatar la evidente relación
existente entre valor e ideal, también por otro lado, esto nos conduce a ver
cómo la idea de valor no se manifiesta tan sólo en estados puramente
psicológicos o como reducciones exclusivamente de orden material -en las que se
identifica el valor con el objeto- sino que también de algún modo expresan una
latente relación entre los "ideales" y los valores propiamente
dichos. Habría que concluir como sostiene FRONDIZI (1986). Otorgándole así una
mayor complejidad y, una mayor riqueza de análisis que "los valores no
son ni cosas, ni vivencias, ni esencias: son valores".
La cuestión se acentúa aún
más, cuando se empieza a pensar en el concepto de valor educativo desde la
perspectiva de la formación del hombre, ya que se intenta, quizás de forma poco
acertada, separar el concepto de valor educativo del concepto de valor en
general, llegando incluso en algunos casos a dar la sensación de que se habla
de otro tipo más de valores: -los valores educativos o valores pedagógicos. Así
por ejemplo encontramos manifestaciones como la de FERMOSO (1985:233). Que afirma
que "los valores educativos no gozan de absolutez y objetividad, ni se
les puede jerarquizaren una escala permanente. Al Contrario, los valores
educativos son relativos", o cuando WARGNER (1923) establece seis tipos de
valores pedagógicos: los religiosos, los éticos, los lógicos, los estéticos,
los prácticos y los hedonísticos.
Desde mi perspectiva, el planteamiento o problematización de esta
cuestión es distinto. Mientras que la Filosofía habla de qué es el valor, cuál
es su esencia, su alcance, su naturaleza que plantea problemas tales como la
objetividad y subjetividad del valor, la Pedagogía además de tener en cuenta
esta cuestión básica, debe encontrar la forma de educar en valores, es decir,
tener en cuenta para ello el aspecto psicológico, social e incluso
antropológico-cultural del valor, o dicho de otro modo, la capacidad valorativa
del sujeto o proceso de valoración desde una perspectiva humanística (MARÍN
GRACIA, 1987); proceso que en último término "descansa en el análisis de
los elementos que constituyen al hombre como persona" (VVAA. 1981:30).
Luego podría decirse que la diferencia más notable entre ambas concepciones
(filosófica y pedagógica) -si es que se puede hablar de alguna- no es tanto de
diferencia conceptual como de diferencia de objetivos. Lo que nos lleva a poder
afirmar, que desde la vertiente educativa, los planteamientos axiológicos
adquieren un sentido teórico-práctico no exento de problemas como se analizarán
en el apartado siguiente.
1.1.1. Problemas fundamentales de la
axiología educativa
Como se ha afirmado en
el apartado anterior, la axiología desde la perspectiva educativa adquiere un
sentido teórico-práctico. El problema no sólo se plantea a nivel de conceptualización
filosófico-teórica del valor, sino que a poco que se observe la realidad
cotidiana puede verse como se están produciendo y planteando constantemente
cuestiones axiológicas profundas en una conversación, en una lectura, en la
contemplación de una obra de arte... porque el valor, no se puede separar
fácilmente de la experiencia vital de la persona, por lo tanto de su realidad
diaria. Como afirma FRONDIZI (1986:24), "no hay discusión o desacuerdo
sobre la conducta de una persona, la elegancia de una mujer, la justicia de una
sentencia o el agrado de una comida, que no suponga la reapertura de la
problemática de los valores. Las más complicadas cuestiones axiológicas se
debaten a diario en la calle, en el Parlamento, en el café, en las casas más humildes...",
discusiones que ponen de manifiesto posiciones más o menos extremas de los
juicios valorativos.
Evidentemente, si
difícil resulta resolver el problema axiológico desde una perspectiva
teórico-filosófica, más aún lo es cuando se intenta dar una solución desde un
planteamiento más práctico como lo es la actividad pedagógica. Pasemos, pues, a
reflexionar sobre algunas cuestiones o problemas que desde su perspectiva están
influyendo de manera importante en la axiología educativa.
1.1.1.1. Carácter íntimo
e inmediato de la valoración
Como ya se ha apuntado
anteriormente, en la realidad cotidiana, se observa como hecho constatado una
nota peculiar de la capacidad valorativa del sujeto: el carácter íntimo e
inmediato de la valoración basado fundamentalmente en el acto de preferir, o
dicho de otra manera en palabras de ESCÁMEZ (1986:114), “el valor es un modo de
preferencia que produce satisfacción”[4].
Cuando dos personas no
están de acuerdo en valorar una comida, un cuadro, una música por lo general la
discusión termina con la afirmación de uno o de ambos interlocutores de que les
gusta o no ese cuadro, esa música... y difícilmente podrán ser convencidos de
lo contrario, pues entre otras cosas el grado de satisfacción que produce, por
ejemplo escuchar música rara vez puede ser entendido, captado o vivenciado de
igual forma por otra persona. Si el goce además es tan inmediato e
intransferible resultaría cuando menos complicado poder convencer al otro con
silogismos o citas eruditas. Por otro lado también todas estas cuestiones
pueden encontrar justificación en el adagio latino: “de gustibus non disputatum”.
Es decir, el agrado o desagrado que nos produce algo es personal, íntimo, y con
frecuencia inefable (FRONDIZI 1986:25) Así mismo desde la
Psicología humanística MASLOW (1979:86) afirma que “la persona
-inclusive el niño- deberá hacer su elección por sí misma. Nadie puede escoger
en su lugar...”[5]
Teniendo en cuenta todo
esto, habría que preguntarse si es posible o no poner en tela de juicio el
gusto de una persona. Si nos centramos sólo en la subjetividad de la
valoración, surgen nuevas dudas: ¿qué ocurriría entonces, con lo ético y lo
estético, si cada persona se atuviese a su propia manera de ver las cosas?;
¿cómo podrían convivir las personas si no hay pautas de valoración, ni normas
de conductas?; ¿con qué patrón se decidirán los conflictos axiológicos? Como
afirma FRONDIZI (1986:25) "La educación
estética y moral sería imposible".
Este conflicto, es uno
de los que más preocupan a la axiología moderna contemporánea,
Si, como explica FRONDIZI (1986), cada uno tiene debajo
del brazo el propio metro de la valoración… la vida decente no tendría sentido,
el arrepentimiento parecería absurdo, decencia ¿para quién?, arrepentirse ¿para
qué?, habría que preguntar constantemente. Por otra parte,.. si se midiera el
valor estético por la intensidad de la emoción individual o colectiva, mayor
valor tendría el melodrama radiofónico o cinematográfico o las telenovelas -que
logran captar la atención de muchísima gente- que HAMLET o EL REY LEAR que
conmueven a un número reducido de personas. Por lo tanto este autor concluye
diciendo que "si convertimos a cada hombre en la medida del gusto estético
y de la moral, parecería que no pudiera haber, en sentido estricto, ni buen
gusto ni moralidad" (p. 26).
Evidentemente, esta problemática difícil de resolver plantea de forma
previa, la necesidad de solucionar problemas tales como los de la objetividad o
subjetividad de los valores (que se tratará posteriormente), es decir, si
tienen las cosas valor porque las deseamos o las deseamos porque tienen valor.
1.1.1.2. El problema metodológico
La polémica en tomo a
la naturaleza del valor que se ha venido manteniendo hasta nuestros días, dista
mucho de estar resuelta. Como afirma FRONDIZI (1986:37), "en los últimos
tiempos se ha acrecentado la impresión de que el problema de la naturaleza
última del valor ha entrado en un impasse (...). Ante la imposibilidad de poner
fin a la disputa entre subjetivistas y objetivistas. Muchos han pensado que ha
llegado el momento de postergar esa cuestión para dar prioridad al problema
metodológico y criteriológico". En este sentido DEWEY (1952a), afirma que
en "la situación actual del problema de los valores, la cuestión decisiva
es de orden metodológico". Es decir, descubrir qué criterio ha de
utilizarse o qué método se ha de seguir para descubrir la naturaleza última del
valor.
Ahora bien, en este punto
se vuelve a crear un nuevo problema: la relación o dependencia del método a una
teoría determinada. En este sentido FRONDIZI (1986:38) explica que, "es
verdad que el método que se escoge no puede separarse por completo de las
predilecciones teóricas, pues en el planteamiento va indicado ya un derrotero;
pero no es menos cierto que si no se determina con claridad, el criterio a
utilizar, la discusión no sólo es interminable, sino ociosa. A su vez, un
método adecuado puede arrojar mucha luz sobre el problema, especialmente si no
supone un compromiso anticipado con una teoría determinada". Pues bien, a
partir de aquí el dilema se centraría en ¿cuál es el camino a seguir? Para
dicho autor dos son las posibilidades principales que se abren ante nosotros:
una es empírica, la otra a priori. Así pues, "¿tendremos que ajustamos a
la experiencia y atenernos a sus decisiones, o debemos confiar en la intuición
emocional -como quiere SCHELER- capaz de trasladamos a la intimidad de las
esencias y aseguramos un saber indubitable?" (FRONDIZI, 1986:38).
Para dicho autor
ninguno de los dos caminos son por sí sólo válidos y pueden darnos una
respuesta, lo suficientemente consistente como para solucionar el problema de
forma definitiva. Ello le lleva a afirmar que "estas dificultades nos
revelan una característica propia de la Filosofía. Los problemas científicos
con todas las dificultades que ofrecen, descansan en un subsuelo común,
constituido por el acuerdo sobre el criterio a utilizarse, para determinar la
verdad o falsedad de una teoría o una hipótesis (...) En Filosofía, en cambio,
el criterio a utilizarse, la vara con que vamos a medir el terreno, está
también en discusión, es un problema por resolver" (FRONDIZI, 1986:39).
Como todos sabemos, la actitud filosófica es, fundamentalmente, problemática.
Por parte de algunos
sectores se puede creer que el problema metodológico es muy importante, -y no
se trata de decir aquí que no lo sea- pero creo que más importante es –en un
primer momento- la constitución misma del objeto que nos interesa, en este caso
de los valores. Como señala FRONDIZI (1986), el método es un instrumento para
descubrir la naturaleza de la realidad. No puede sustituirse el problema de la
realidad por el metodológico sin caer en el error del hombre a quien se le
había encargado que observara por el ojo de la cerradura, lo que pasaba en el
interior de una habitación y ante la imposibilidad de ver nada se dedicó a
describir el ojo de la cerradura.
La axiología es una
disciplina muy joven y sus problemas son muy complejos. Ante los fracasos para
establecer un criterio axiológico aceptable no se debe concluir diciendo que es
imposible encontrar tal criterio, o que el valor no tiene naturaleza propia[6]. Desde mi perspectiva,
se trata simplemente de dar o conceder el tiempo suficiente y necesario para
que las investigaciones, reflexiones, estudios, etc. se aproximen sucesivamente
a intentar ofrecer respuestas válidas a los múltiples problemas e interrogantes
que en este dominio de la actividad
humana, se plantean.
1.1.1.3. Lo captación de los valores
Una frecuente cuestión que suele plantearse en tomo a la aprehensión
de los valores, es la de si captamos de igual modo el valor que los objetos en
los que se apoya.
Como es lógico, las
teorías subjetivistas y objetivistas defienden posturas diferentes a la hora de
interpretar la captación de los valores.
Mientras que las
teorías subjetivistas defienden que es la vivencia la que crea el valor y por tanto el hombre lo aprecia a través del
placer, del deseo, o del interés con que se relaciona con su propia creación,
para SCHELER, como afirma CAPITÁN DÍAZ (1979:158), “es la intuición -emotiva- a
mitad de camino de la intuición vital de BERGSON, del devenir de las cosas y es la
intuición eidética de HUSSERL". Para SCHELER (1948:45), la inteligencia es
ciega para los valores, esto es, "conocemos un estadio en la captación de
los valores, en el cual nos es dado, ya clara y evidentemente el valor de una
cosa, sin que nos estén dados aún los depositarios de ese valor". A su vez
y en este mismo sentido ORTEGA Y GASSET (1947a:333) escribe, "la
experiencia de valores es independiente de la experiencia de las cosas. Pero,
además, es de índole muy distinta. Las cosas, las realidades son por naturaleza
opacas a nuestra percepción. No hay manera de que veamos nunca del todo una
manzana: tenemos que darle vueltas, abrirla, dividirla; y nunca llegaremos a
percibirla íntegramente. Nuestra experiencia de ella será cada vez mí
aproximada, pero nunca perfecta. En cambio, lo irreal -un número, un triángulo,
un concepto un valor- son naturalezas transparentes. Las vemos de una vez en su
integridad".
Por el contrario,
FRONDIZI (1986:43) explica que "si fuera cierto que captamos los valores
plena e intuitivamente, ¿cómo hacer frente a intuiciones antitéticas? No hay
dudas de que tales intuiciones existen. Acusar a quien tiene una intuición
distinta a la nuestra de que padece ceguera para los valores supone arrogancia
y falta de espíritu crítico; el choque de intuiciones se produce en hombres de
jerarquía similar. ¿Qué intuición será la que resuelva la contradicción
intuitiva?'
Estos reparos tienen
como propósito fundamental mostrar las dificultades que debe enfrentar toda
teoría axiológica y la imposibilidad de que se eliminen las dificultades a fuerza
de afirmar dogmáticamente una posición.
En este sentido CAPITÁN
DÍAZ (1979:159 y ss.) realiza una crítica de ambos extremos -objetivista y
subjetivista- para intentar aclarar y tomar posiciones menos extremas. Así pues, dice
En cuanto al
subjetivismo:
—
Es verdad que no hay
valor sin valoración subjetiva del hombre que lo contempla.
—
No parece estar lejos
de la realidad, que los valores se perciban desde una vivencia personal, sea el
placer, el deseo o el interés.
—
No es posible pensar en
los valores sin ubicarlos, de alguna forma, fuera del sujeto.
—
No pueden reducirse a
vivencias subjetivas; la sentencia "de gustatibus non dispuiandum",
no es suficiente para sustentar esta afirmación.
En cuanto al
objetivismo:
—
Ciertamente, las
cualidades objetivas de las cosas nos inducen a descubrir- en relación con
ellas, los valores.
—
La intuición emocional,
en efecto, es un modo de conocer los valores, pero no el único. También el conocimiento
sensible e intelectual, captan el mundo de los valores.
—
Es erróneo afirmar que
el sujeto no reacciona ni tiene relación alguna con respecto a los valores.
Como puede extraerse de
todo lo dicho no es erróneo afirmar que la problemática axiológica continúa
abierta.
1.2. PLURALIDAD DE ENFOQUES. ANÁLISIS HISTÓRICO
En este apartado no se
pretende hacer un recorrido exacto y detallado por todos aquellos estadios y
momentos por los que ha ido pasando la axiología, puesto que hay autores como
FROND1ZI (1986), CAPITÁN DÍAZ (1979)[7]... que lo tratan con
un esmerado rigor científico. Se trata de hacer un planteamiento general que
pueda servir de soporte básico a este estudio.
Si se analiza el tema
de la Axiología desde la perspectiva histórica, se puede observar como las
concepciones axiológicas en los distintos momentos de su desarrollo, se van
configurando a modo de movimientos pendulares, dependientes de si la naturaleza
del valor es estimada desde una actitud intelectualista o, por el contrario
desde una actitud emotiva.
La polémica suscitada
desde el comienzo acerca de la naturaleza del valor, así como de su identificación
y conceptualización, no puede decirse que sea un tema resuelto en la
actualidad, sin embargo parecen observarse acercamientos progresivos de
carácter multidireccional (desde la Psicología, Sociología, Antropología,
Pedagogía), que van procurando un perfil más certero de lo que el valor es y la
relación que éste mantiene con el mundo de los objetos y de los sujetos.
Lo que en un principio
tiene su origen en ámbitos más o menos reducidos -recuérdese por ejemplo
polémicas tales como la establecida por MEINONG y EHRENFELS-, se convierte
posteriormente en retos de verdadera valía, debido a la importancia que la
axiología va adquiriendo en el mundo del conocimiento ético-científico. Aunque
desde algunas opciones se niega este hecho como en el caso de RUSSELL
(1931:158) cuando afirma, "las cuestiones referidas a los valores están
fuera del dominio de la ciencia, no porque pertenezcan a la Filosofía, sino
porque están enteramente fuera del dominio del conocimiento" justificando
que lo están más en el mundo de lo emocional. En la misma línea se manifiesta
SCHELER (1948:108) cuando escribe que "los valores se ajustan a la lógica
del corazón, que nada tiene que ver con la lógica del intelecto, pero que
establece órdenes y leyes tan precisas como las de esta lógica".
Desde el ámbito de la
cultura, la Filosofía y la Ciencia anglosajonas, se puede observar como las
diferentes posturas se van sucediendo de forma permanente atendiendo a la
influencia que en mayor o menor grado han ido suscitando las distintas
corrientes como la fenomenología, el nominalismo, el empirismo, que llevan a
determinar, como aspectos más definitorios de valorar una variabilidad bastante
amplia que va desde la identificación de éste con cualidades, propiedades o
características hasta su identificación con lo deseado-deseable; placer-dolor;
agrado-desagrado, interés-indiferencia.
1.2.1. La Objetividad y subjetividad de
los valores
Los valores y la educación son un conjunto inseparable... |
Efectivamente, la
polémica se centra desde el principio entre la concepción subjetiva; la
concepción objetiva de los valores. La disputa se nucleariza en el intento de
contestar a la clásica pregunta de si las cosas tienen valor porque se desean,
o si por el contrario son deseadas porque tienen valor como ya se ha expresado
anteriormente.
Las respuestas a favor
y en contra de una y otra postura se suceden casi ininterrumpidamente. Ambas
sostienen argumentos de gran consistencia que no pueden ni afirmarse ni negarse
su totalidad. De ser así se caería en un reduccionismo estéril. Resulta
evidente que entre objetivismo y el subjetivismo existe una escala de múltiples
matices que son los que, en definitiva, enriquecen el análisis valorativo. No
obstante se ha creído conveniente tomar como referencia inicial estas
"escuelas" claramente contrapuestas como punto de partida para un
análisis más estructural y complejo. Esa complejidad, que como BACHELARD afirma
es una de las características que enriquecen el estudio del hecho científico
moderno. En esta línea de aproximación las teorías subjetivistas buscan el
origen y fundamento del valor en el sujeto que valora, mientras que las
objetivistas sostienen que es indispensable distinguir el valor propiamente
dicho de la valoración que de éste se haga.
En la corriente
subjetivista de nuestro siglo, podrían señalarse autores tales como: PERRY
(1950a: 125), el cual advierte que es habitual tener una actitud a favor o en
contra de los objetos. Hay cosas que rechazamos y otras que deseamos. A esta
actitud afectivo-motora se la llama interés. Para PERRY, lo que es objeto de
interés es de Ipso Facto valioso. Así afirma "El silencio del desierto
carece de valor hasta el momento que algún viajero errante lo encuentra
desolado y aterrador; lo mismo sucede con la catarata hasta que una
sensibilidad humana la encuentra sublime".
Con el empirismo lógico
se inicia una posición realmente nueva en la Filosofía contemporánea. Esta
doctrina va más allá de las habituales concepciones subjetivistas. No confiere
valor a un objeto con nuestro agrado, deseo o interés, sino que se comete el
error creer que se está hablando de un objeto cuando en verdad, se está
expresando un estado anímico. Dos de los autores más representativos son
RICHARDS y CARNAP.
RICHARDS (1924:48),
sostiene que "algo es valioso si satisface una apetencia", sin que
tal satisfacción implique la frustración de una apetencia igual o más
importante.
Por otro lado, para
CARNAP (1935), los juicios de valor son formas disfrazadas de norma; de
imperativos. En ambos casos se trata de la expresión de un deseo. Su teoría
pareció no tener mucha consistencia; en
este sentido. FRONDIZI (1986:86) expresa que "el juicio de valor no afirma
nada y, por consiguiente, no puede ser ni verdadero ni falso (...). Mal podría
constituirse una ciencia filosófica, como la axiología, con juicios que no son
ni verdaderos ni falsos, esto es, que no afirman nada, sino que expresan una
emoción".
Por otro lado, la
teoría emotiva, coincide con el empirismo lógico, al afirmar que los juicios de
valor, en particular los juicios estéticos, no son ni verdaderos, ni falsos,
porque no afirman nada, sino que expresan los sentimientos de quien enuncia el
juicio. Sin embargo diferencian -como es el caso de AYER (1965)- entre
"afirmar" y "expresar" un estado de ánimo determinado. Así
FRONDIZI (1986:88) afirma, "el subjetivismo tradicional sostiene que el
hombre que enuncia un juicio de valor, afirma la existencia de un determinado
estado de ánimo que puede ser de aprobación, deseo o interés (...). Para AYER,
en cambio, quien enuncia un juicio ético, o de valor, está meramente expresando
un determinado sentimiento y no afirmando que lo tiene".
En este mismo sentido,
RUSSEL (1955), explica que cuando decimos que algo tiene valor, no afirmamos un
hecho independiente de nuestros sentimientos personales, sino que "estamos
dando expresión a nuestras propias emociones".
Por otro lado STEVENSON
(1963), -que coincide con AYER y difiere de PERRY-concede, sin embargo, más
importancia a la actitud que al sentimiento. Las doctrinas
objetivistas contemporáneas, surgen como reacción contra el relativismo
implícito en la interpretación subjetivista y la necesidad de recomponer un
orden moral estable. En esta línea FRONDIZI (1986:107) dice, "parecería
que el hombre necesitara ajustar su conducta a principios que le transcienden y
que el mérito de la moral consistiera en sobreponerse a los llamados de la
propia subjetividad (...). Los errores del subjetivismo inicial facilitaron el
surgimiento de doctrinas objetivistas extremas que supusieron que tales errores
les permitían saltar, sin más, a la posición opuesta". Se pasó de la
experiencia como elemento empírico defendido por los subjetivistas, a adoptar
desde el objetivismo un método a priori, "que demostrara que la
experiencia no nos desmentirá".
Uno de los primeros
axiólogos norteamericanos objetivistas fue W. M. URBAN, autor en 1909 de la
obra titulada: Valuation, its Nature and Laws. En 1926 en Berlín aparece la famosa
ETHIK de HARTMANN, la cual se considera como expresión de la doctrina extrema
del objetivismo axiológico. Sin embargo, en palabras de FRONDIZI (1986:108),
"una doctrina que aventaja a todas las demás por la fuerza de sus
argumentos y el prestigio que ha adquirido tanto en Alemania como en el mundo
de habla hispana, es la doctrina de MAX SCHELER".
SCHELER (1948), habla
de que los valores son cualidades independientes de los bienes y de los fines.
Para este autor, los valores son cualidades a priori, y en tanto cualidades
independientes no cambian, son inmutables. Así por ejemplo dice: "¿cómo
podría extraerse un principio universal y necesario de una realidad cambiante,
inestable? Si se admitiera la ética de bienes, los principios morales tendrían
que estar a la zaga de la evolución histórica y sería imposible la ética del
mundo de los bienes existentes en una época, pues la ética se fundaría
justamente en esos bienes.
También es errónea toda
ética que quiera establecer un fin que sirva de medida al valor moral. Los
fines como tales nunca son buenos o malos con independencia de los valores que
se proponen realizar".
SCHELER, rechaza el
nominalismo axiológico y se le puede considerar más como defensor de una línea
realista en todo caso.
HUSSERL (1859-1938) habla
de la relación de los valores con los actos psíquicos que se dan. Este autor,
advierte que los hechos psíquicos tienen intencionalidad, esto es, tienden o
apuntan hacia algo que no es la pura vivencia: en el percibir se percibe
"algo", recordar se recuerda "algo", en el decidir se
decide "algo", etc. (FRONDIZI. 1986). Es decir, que el objeto se nos
da como irreductible a la vivencia. Lo mismo sucede en el percibir sentimientos
que nos revela la presencia del valor.
Pues bien, basten estos
ejemplos para hacer patente la pluralidad y complejidad que tema suscita entre
tan prestigiosos pensadores. Sin embargo hay que tener en cuenta que ante las
doctrinas -objetiva, subjetiva- radicalizan sus enfoques y con ello, se niegan
la posibilidad tratar el tema en todo su alcance. Coincido plenamente con
FRONDIZI (1986:141) en que el subjetivismo tiene razón cuando sostiene que no
hay valor sin valoración; yerra al negar el elementó objetivo adicional. El
objetivismo, a su vez, acierta al indicar la importancia de las cualidades
objetivas pero se equivoca al dejar de lado la reacción del sujeto frente a
tales cualidades.
1.2.1.1. Escuelas y
Tendencias
Como se desprende del apartado anterior,
aun incluso dentro del subjetivismo y el objetivismo axiológico, las posturas
no están totalmente unificadas. Es decir, que existen dentro de cada una de
ellas planteamientos que -si no se puede decir que sean totalmente distintos
matizan de forma diferente la concepción del valor. Por lo que aparecen, como
ya se apuntó anteriormente, una extensa ramificación de tendencias o de teorías
que tienen su fundamento en las distintas escuelas filosóficas. Tendencias o
teorías que lógicamente se expresaran de forma muy resumida.
Así pues, según recoge
KONDEVILA (1979:23 y ss), se pueden distinguir fundamentalmente las siguientes
tendencias:
— Tendencia idealista,
neo-kantiana o neo-ficheríana:
Que reduce el valor a
una pura categoría mental. Se situaría dentro de lo que podría llamar
subjetivismo más puro.
— Tendencia realista o
fenomenológica:
A la que se le podría
atribuir el nombre de Platónica, ya que reconoce los valores en el "SER-EN-SI",
diferente de las esencias categoriales, que se perciben no a través de una
intuición intelectual, sino de una intuición emotiva. Esta tendencia coincide
precisamente con la postura defendida por SCHELER, el cual concibe el valor
como una cualidad independiente de los bienes.
— Tendencia psicologista:
Esta tendencia es
totalmente opuesta a la tendencia precedente, ya que defiende los valores
relativos y fundamenta a éstos como inclinaciones y afectos del sujeto. Por
tanto no pueden estar preestablecidos con anterioridad, ni ser independientes
de los sujetos.
— Tendencia sociologista:
Considera los valores
como nuevos hechos sociales que deben ser examinados como los otros hechos.
Luego de esto se desprende que los valores son totalmente relativos. Aunque podría
decirse que se trata quizás más de valoraciones, que de valores propiamente
dichos. Esta tendencia se uniría
ampliamente con las tesis defendidas por el marxismo. Aunque hay sin embargo un
aspecto humanista que parece sobrepasar este relativismo: el hombre es la
verdadera fuente de valor. Luego podría decirse que en cierto modo se está absolutizando
en un valor como superior a los restantes.
— Tendencia
existencialista y liberal.
Esta tendencia tiene
como rasgo fundamental que defiende como valor supremo la libertad del hombre.
Y es en función de esta libertad por lo que son creados los valores, sin
ninguna norma objetiva que los limite.
— Tendencia metafísica y
espiritualista:
Concede al valor una referencia a la
actividad espiritual y una relación directa con el Absoluto, que se
transparenta a través de las realidades humanas. Dios es la identidad del ser y
del valor. El valor es una revelación del Absoluto al hombre, es la presencia
del Absoluto en el mundo. Luego puede deducirse un claro determinismo.
— Tendencia
neopositivista:
Dicha tendencia reduce
los juicios de valor a una mera expresión de emociones subjetivas. Lo cual
sería la negación misma de la filosofía de los valores.
Por otro lado FERMOSO
(1985:233), ofrece una clasificación distinta de las principales axiologías
educativas atendiendo al humanismo implícito en cada axiología, que da como
resultado, los cinco tipos de humanismos que muy brevemente se citan a
continuación:
— Humanismo positivista:
El cual recoge ideologías bastantes
heterogéneas, pero cuya realización más sorprendente es el neopositivismo
lógico o análisis filosófico.
— Humanismo marxista:
Es el heredero de los
principios socialistas de la educación, y moldeador de estos postulados de
acuerdo con la filosofía marxista y dialéctica, cuyo representante pedagógico
fue MAKARENKO.
— Humanismo anarquista:
Cuyos representantes
fueron BAKXNIN y FERRER GUARDIA quienes encamaron en Europa la tendencia
destructora de la autoridad y el orden constitutivo.
— Humanismo
existencialista:
Recoge al igual que el
positivista un amplio espectro de ideologías y de autores. Los más representativos
fueron el francés G. MARCEL y el alemán K. JASPERS.
— Humanismo personalista:
Dentro de él pueden
encontrarse a educadores de signo antagónico como por ejemplo: el
norteamericano ROGERS, el francés MOUNTER, el brasileño FREIRE, o nuestro
compatriota GARCÍA HOZ.
A su vez BROLDY
(1977:152 y ss.) recoge las siguientes teorías:
— Teoría
experimentalista:
Los experimentalistas e instrumentalistas, siguiendo a DEWEY, creen
que se puede probar que un juicio de valor es correcto, de la misma manera que
se prueba que la declaración de hecho es cierta.
Así como una declaración se hace cierta en la medida en que ayuda a
hacer una situación precaria y problemática, menos precaria y confusa, un objeto
adquiere valor cuando es escogido para lograr un propósito, eliminar una
dificultad o servir a un interés. El instrumentalista advierte que cada
situación problemática implica una elección, aunque no sea sino entre una
hipótesis y otra. GEIGER (1950) dice,
"los valores son el resultado de las preferencias humanas entre intereses
humanos que compiten (...) el gusto por x, se convierte en valor después que ha
sido preferido al gusto por y".
— Teorías emotivas:
Indican más bien cuál es nuestra actitud o sentimiento hacia un acto o
un objeto. Las normas expresan lo que la mayoría de la gente aprueba o
desaprueba, o lo que siente acerca de ciertas clases de actos. Estas teorías no
dicen que el conocimiento no pueda modificar nuestras elecciones o cambiar
nuestras actitudes, lo que niegan es que el conocimiento científico pueda
justificar racionalmente cualquier norma fundamental, como la justicia, la
benevolencia o la veracidad. Niegan también que se pueda averiguar lo que el
hombre "debe" evaluar mediante una descripción de su estructura, sus
necesidades o intereses.
— Teorías objetivas:
Afirman que el valor de
un acto está en el objeto o en la relación entre objetos, de manera tal, que
pueda ser reconocido y juzgado.
Por otro lado
BERTALANFFY (1974:58 y ss) recoge también como más específico cuatro tipos de
teorías diferentes:
— Teoría naturalista:
Está basada en la
ciencia o mejor dicho en el cientifismo. El valor supremo es la conservación
del individuo, la supervivencia de la sociedad o de la especie, la máxima
felicidad para el mayor número posible de personas.
"Los valores
"elevados" pueden considerarse sencillamente como un mayor desarrollo
los impulsos naturales humanos, una más plena realización de las posibilidades
distintivas, pero naturales, de ser una criatura humana" (p. 60).
— Teoría humanista:
Esta teoría gira en
tomo a la autorrealización del individuo humano. Forma un concepto idealizado
del hombre, se identifica como su esencia, y se supone que existe, o que debe
existir de alguna forma.
— Teoría simbólica:
Comprende el sistema de
valores como un universo simbólico en el que imperan criterios básicos comunes
a todos ellos. Los valores son creados libremente, o usando un término más
habitual en la teoría de los valores, son postulados libremente.
El simbolismo es para
BERTALANFFY, la base misma de la naturaleza humana y de la azarosa situación
del hombre. La totalidad del comportamiento, de logros, trabajos y
padecimientos humanos pueden expresarse en términos de actividades simbólicas.
Es comprensible por tanto que los valores elegidos o postulados sean tomados en
parte de la biología. Do ella provienen los valores humanos universales. Y son
universales porque nacen de la común estructura del nombre y de las comunes
exigencias de la existencia social en un mundo social.
Pues bien, una vez
visto todo esto, aunque muy someramente, pueden surgir los siguientes
interrogantes: ¿Siguen siendo válidas todas estas divisiones?; ¿es necesaria,
teniendo en cuenta las características de nuestro tiempo, la unilateralidad
interpretativa que caracteriza a estos movimientos, tendencias y escuelas?,
¿según la sociedad en la que vivimos hay posibilidad de otros enfoques? Quizás
se pueda deducir que no se pueden utilizar visiones tan unilaterales cuando el
problema de los valores resulta realmente tan complejo de resolver.
1.2.2. Críticas al objetivismo y
subjetivismo axiológico
En este apartado me voy
a apoyar fundamentalmente en FRONDIZI (1986), pues desde mi perspectiva es el
autor que más profundamente ha elaborado una crítica constructiva a ambas
perspectivas.
Tanto el subjetivismo
como el objetivismo axiológico han contribuido a mostrar un aspecto de la
cuestión; el error radica quizás en pretender reducir el todo a una de sus
partes. En palabras de FRONDIZI (1986:141), "aciertan en lo que afirman y
yerran en lo que niegan".
- Las doctrinas
subjetivistas coinciden en afirmar que la vivencia valorativa no capta el
valor, sino que lo crea; difieren cuando intentan señalar el tipo de vivencia.
Como ya se ha visto anteriormente, para unos es el placer, para otros el deseo
o el interés. FRONDIZI (1986:141) hace la primera crítica general a estos tres
tipos diciendo, "que los tres tipos de doctrinas no pueden ser igualmente
verdaderos. Si bien el interés incluye en cierta medida al deseo, ambos
excluyen al placer". Veamos pues:
a) La primera doctrina
se basa fundamentalmente en la afirmación de que algo es valioso cuando produce
placer. El correspondiente disvalor equivale al dolor.
Es verdad que valoramos
muchas cosas porque nos producen placer; no les adjudicaríamos valor si nos
repugnaran o produjeran dolor. "La afirmación es cierta en el plano de las
comidas y las bebidas y, en general, en el ámbito de lo agradable. Más al
ascender en la escala axiológica advertimos que las tesis hedonistas pierden
vigencia" (FRONDIZI, 1986:142).
Una doctrina que
sostiene la equivalencia entre placer y valor debe probar que todas las cosas
placenteras son valiosas y todo lo valioso placentero. Cuestión que
evidentemente no se puede hacer, pues es sencillo mostrar que hay actividades y
objetos que no son valiosos. Algo similar ocurre cuando nos referimos no a
objetos sino a actos.
FRONDIZI (1986:143),
opina que "el error de las tesis hedonistas consiste en generalizar a
partir de unos pocos hechos. Ese apoyo empírico le da aire de verdad, pero la
doctrina se derrumba con la exhibición de casos que la desmienten (...). Lo
placentero tiene vigencia en un ámbito restringido de los valores: lo
agradable. El error de la teoría hedonista es confundir un valor específico -el
agrado- con el valor en general".
Como el placer no es el que le otorga valor a un objeto -salvo pocas
excepciones-se le puede utilizar para medir el grado de valor y resolver, por
consiguiente, los conflictos dos placeres dispares sobre una conducta
colectiva.
El placer es una vivencia: en sí mismo no es ni bueno ni malo. La
bondad depende del tipo de placer. "El factor que se agrega al placer es
el que le confiere su calidad axiológica (FRONDIZI, 1986:145).
b) Una segunda interpretación
subjetivista pretende equiparar el valor con el deseo. A esa interpretación se
le puede hacer la misma crítica que a la anterior: hay deseos que no son
valiosos y objetos valiosos que no son deseados. Por lo tanto su consistencia
no es muy fuerte.
Una personalidad se puede definir tanto por lo que hace como por lo
que desea hacer. Como afirma FRONDIZI (1986:145), "el deseo, la aspiración
muestran la trama íntima de personalidad; esto prueba que el valor no se mide
por el deseo, sino justamente al revés: la calidad del deseo depende del valor
que encarna". La deseabilidad, por tanto, no es una esencia, si algo que
surge del conjunto de las cualidades empíricas del objeto en relación con el
sujeto.
c) Otra doctrina
importante subjetivista es la que intenta reducir el valor al interés. Así lo
enuncia PERRY (1950a: 115-116), "un objeto, de cualquier clase que sea,
adquiere valor cuando se presta un interés, de cualquier clase que sea".
Una doctrina similar
defiende PRALL (192:32) Si el interés y sólo el interés es el que confiere
valor a cualquier objeto. la doctrina se falsa -igualmente que en los casos
anteriores- al descubrir que hay objetos valiosos en los que nadie tiene
interés o, por el contrario, que la gente tiene interés en cosas carentes de
valor, este respecto FRONDIZI (1986:154) opina, "la doctrina de PERRY
aspira a ser empírica pero la experiencia parece refutarla. Aún en los casos en
los que nos interesemos por cosas valiosas, cabe preguntar si lo son porque
tenemos interés en ellas u ocurre exactamente al revés". Evidentemente, no
se está queriendo decir con ello que las reacciones psicológicas y, en
particular interés, deban dejarse de lado; se deben tomar en consideración,
pero no reducir el valor al mero hecho de la existencia de un interés. Si
cualquier interés confiere valor a cualquier objeto, prescindiendo de las
cualidades que éste tenga, no puede haber entonces intereses buenos o malos.
"Si PERRY tuviera
razón, nunca podríamos cometer un error axiológico; nuestros errores serían todos
de tipo empírico, esto es, creer que teníamos interés en algo cuando realmente no era así"
(FRONDIZI. 1986:155).
Coincido con este autor
en afirmar que esto no es así. En muchos casos tenemos interés en un objeto debido a una falsa información
sobre sus propiedades; al comprobar el error perdemos el interés por ello.
Antes y después de la rectificación, el objeto tenía el mismo valor; el
interés, en cambio, es distinto en cada momento. Luego son las propiedades del
objeto las que prestan su apoyo a un interés bien fundado y no al revés.
Por otro lado, tanto el empirismo lógico
como autores tales como RUSSEL (1910:16) han insistido en negar al valor
cualidades propias. En este sentido dicho autor afirma que la razón principal que tiene para adoptarla
doctrina de la subjetividad de los valores "es la compleja imposibilidad
de encontrar argumentos para probar que esto o aquello tiene un valor
intrínseco.
Como ya se ha expresado
anteriormente (epígrafe 1.2.1.). CARNAP sostiene que los juicios de valor
difieren tan sólo por su formulación de las expresiones de deseos y de los
imperativos. Y que los juicios valorativos para AYER no enuncian nada táctico;
son meras expresiones de los sentimientos de quien habla, o se proponen
provocar una emoción o una acción en el prójimo. Para FRONDIZI (1986; 169),
ninguna de estas tesis son totalmente ciertas o válidas, pues son "ciertas
en algunos casos pero no en todos. Por otra parte también los juicios empíricos
pueden expresar una emoción, o provocar emoción en el prójimo".
Expresar emociones no
es, pues, una cualidad expresiva de los juicios valorativos. Para FRONDIZI
(1986:171) el error de AYER" se origina en su vano intento de aplicar el
mismo criterio que usa para los juicios empíricos".
En cuanto a RUSSEL dice que es un autor "que se adhiere a la
doctrina subjetiva de los valores y luego se comporta como si los valores
fueran objetivos" basándose en la siguiente cita de RUSSEL (1910:162).
"si dos hombres difieren sobre los valores, no hay acuerdo sobre ninguna
clase de verdad, sino una diferencia de gusto". Tampoco está de acuerdo
con RUSSEL cuando éste afirma que algo tiene valoren la medida en que satisface
un deseo personal, porque para FRONDIZI (1986:178) ninguna persona puede,
legítimamente, afirmar que algo es deseable. Y añade, "¿de dónde puede
derivar tal legitimidad si el valor depende exclusivamente del deseo de cada
individuo? En tal caso la educación
carecería de sentido".
—Las doctrinas
objetivistas, se refuerzan debido a las exageraciones del subjetivismo
axiológico. Pero como afirma FRONDIZI (1986:178). "no hay doctrina
filosófica que pueda construirse con los errores de la tesis opuesta".
Para el objetivismo, los valores son independientes de los bienes y de
los sujetos que los valoran y son absolutos e inmutables. Así por ejemplo
SCHELER (1948:33) escribe: "los valores existen con independencia de toda
organización de un ser espiritual determinado (...) toda doctrina que quiera
limitar los valores, en su misma esencia, a los hombres y a su organización,
sea ésta psíquica (psicologismo) o psicofísica (antropologismo); es decir que
pretenda poner al ser de los valores en relación con el hombre o su
organización, no es válida. Por otro lado puede decirse que las afirmaciones de
SCHELER (1948) son de carácter tautológico: si nunca se hubiera juzgado que el
asesinato era malo, hubiera continuado siendo malo.
Para FRONDIZI (1986:180), "tanto SCHELER como otros filósofos que
se refugian en el a priori para mantenerse a cubierto del posible desmentido de
la realidad, juegan con cartas dobles. Extraen de la realidad los conceptos que
constituyen sus doctrinas y cortando luego toda conexión con la experiencia
transforman esos conceptos de raíz empírica, en esencias inmutables a priori.
Como por definición tales esencias son lo que son, no hay la menor posibilidad
de refutarlos". Sin embargo, para QUINTANA (1988:284), "la gran
dispersión de opiniones que muestra el subjetivismo, lejos de demostrar el relativismo
de los valores, lo que hace es mostrar el relativismo de las
valoraciones".
Por otro lado para MARÍN GRACIA (1987:131), "la objetividad de
los valores no excluye la subjetividad del sentido de la vida, que viene dado
por cada situación, que es en sí, única e irrepetible".
1.2.3. Algunos intentos de solución al
objetivismo y subjetivismo axiológicos
Desde mi perspectiva,
todo el problema creado con la objetividad y subjetividad de los valores es
debido a que ambas corrientes se han presentado -generalmente desde sus comienzos-
como antitéticas y por consecuencia de ello mutuamente excluyentes.
En este apartado veremos algunos autores que han tratado de superar esta
antítesis, con son FRONDIZI, MARÍN IBÁÑEZ.
Para FRONDIZI (1986), la tarea de los axiólogos subjetivistas y objetivistas
no fue en vano. El subjetivismo
mostró la imposibilidad de separar el valor de nuestras reacciones
psicológicas, necesidades y apetencias. El objetivismo, a su vez, corrigió las
exageraciones d subjetivismo y señaló la necesidad de prestar especial atención
a las cualidades objetivas.
Para este autor
"el error inicial de las dos doctrinas tiene su origen en el sofisma de
falsa oposición. Si bien se oponen diametralmente, ambas coinciden en la falsa
creencia de que el valor tiene que ser necesariamente subjetivo u objetivo. Al
advertir las fallas de una tesis se adhieren apresuradamente a la opuesta"(p.
190). Así sigue comentando que el argumento de RUSSELL en favor del
subjetivismo, radica en la falta de razones convincentes que prueban la tesis
objetivistas.
Las consecuencias de orden moral y educativa de la posición
subjetivista su vez, han servido para sostener artificialmente al objetivismo.
Para FRONDIZI
(1986:190-191), la conclusión es clara "el valor tiene carácter relacional
y requiere la presencia del sujeto y del objeto". Para demostrar y
sostener dicha afirmación trata de responder -y así lo hace- a preguntas tales
como: "¿Deben ser los valores necesariamente objetivos o subjetivos?
¿Tienen todos los valores la misma naturaleza? ¿De dónde debemos partir en
nuestro examen para poder atenernos a la realidad y no a teorías anticipadas y
prejuicios?".
A la primera pregunta
contesta diciendo que "los estados psicológicos de agrado, deseo e interés
son una condición necesaria pero no suficiente: por otra parte, tales estados
no excluye elementos objetivos, sino que los suponen. Si así fuera, el valor se
presentaría como resultado de una relación o tensión entre el sujeto y el
objeto, y presentaría una cara subjetiva y otra objetiva” (p. 191).
A la segunda pregunta sobre si todos los valores tienen o no la misma
naturaleza, él apunta, que no tienen porque, que hay dentro de la escala
axiológica diferencias apreciables entre los valores de orden moral o ético y
los valores que expresan fundamentalmente preferencias gustos personales.
Y con respecto a la
tercera pregunta, FRONDIZI opina "que la teoría filosófica debe medirse a
un mismo tiempo, por la coherencia de su esquema conceptual y por la capacidad
que tiene para explicar los hechos de este mundo". Para este autor, el
punto de partida del análisis es un sujeto valorando un objeto valioso. Ya que
"además del sujeto y del objeto, hay que tomar en consideración la
actividad del sujeto, por medio de la cual éste se pone en relación con el objeto
en el caso de los valores, tal actividad es la valoración" (p. 191).
MARÍN IBÁÑEZ (1976, 1981,1993)
mantiene también que los valores son el resultado de una relación entre el
sujeto y el objeto. Para él. "la polémica entre subjetivistas y
objetivistas está defectuosamente planteada. El valor no puede ser entendido si
nos limitamos a la vertiente del sujeto -sea su experiencia o sus ideas- ni
reducido a la vertiente objetiva -sea ideal o real-Sólo en la relación dinámica
sujeto-objeto surge el valor" (MARÍN, I981a:70).
Para MARÍN IBÁÑEZ (1981a:70)
hay una inevitable dimensión antropológica del valor "Valoramos todo
cuando responde a las necesidades de nuestro ser inconcluso, menesteroso. Si
apreciamos el alimento es porque nos hace falta para subsistir (...).
Necesitamos conocer la verdad y rechazamos que se nos niegue con la mentira o
el cinismo. Anhelamos de los demás el reconocimiento de nuestra dignidad
personal y sentimos aversión por la violencia, el desprecio o la
humillación".
Para este autor, el
valor no es propiamente ni puramente subjetivo ni reside en la pura
objetividad. "Entendemos su dinámica, su multiplicidad y movilidad, en esa
relación dual", del valor con respecto al sujeto y al objeto. Por eso para
MARÍN (1981: 71) "el valor como base de la educación exige que logremos la
máxima aceptación, la estima personal y reconocimiento de los sujetos, su coincidencia
con sus convicciones y su manera de ser. Pero a la vez reclama la máxima
fundamentación objetiva, en laque de algún modo podamos coincidir y justificar
nuestras decisiones (...). Es preciso pues conciliar la dignidad de los valores
elegidos, con la estimación por los alumnos".
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Frankfurt.
[3]
"Antes de la revolución industrial del S. XIX, la educación se
definía por una suma y un contenido que se podrá considerar ya definitivos
(...) que reposaban sobre una serie de valores absolutos " (NÚÑEZ CUBERO,
1984:17)
[4]
Para completar información puede verse ESCÁMEZ, J. y
ORTEGA, P. I986.pp. 114-115 y MARÍN GRACIA 198 pp.
147-166.
[5]
Hay que tener en cuenta
el tipo de sociedad en la que vivimos, donde aparentemente la relatividad de
las cuestiones, la ausencia de valores (para unos), la crisis de valores (para
otros) son notas predominantes y características de nuestro tiempo. Además de
todo esto es fácil observar que cuando el niño tiene madurez para iniciar la
escolaridad, está ya previsto de preferencias, predisposiciones y gustos,
despertados por el hogar, el cine, la TV, y lo poco o mucho que lea.
[7]
Para completar información véase FRQNDIZK1986) pp. 49-61;
FERMOSO(l985)pp. 231-233; CAPITÁN DÍAZ (1979) pp. 157-159.
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