jueves, 13 de octubre de 2016

Paulo Freire



Introducción
Paulo Freiré es uno de los educadores que más influencia ha ejercido sobre el desarrollo de la educación de adultos en América Latina en los últimos 30 años.
En particular, sus ideas han marcado profundamente el campo de la alfabetización. Por ello, Freiré resulta un referente inevitable para todos aquellos que estamos involucrados en tareas de la educación.

Todos quienes tenemos algo que ver con la educación hemos escuchado el nombre de Paulo Freiré. Muchos hemos leído sus obras, muchos nos hemos inspirado en sus ideas para desarrollar actividades educativas con adultos y también con niños.
Términos vinculados a Freire, tales como educación domesticadora, educa­ción bancaria, educación liberadora, educador-educando, edu­cando-educador, concientización, acción-reflexión-acción, método slco-soclal, método reflexivo-crítico, palabra generadora, universo vocabular, Investigación temática, etc., se han difundido en nuestro país así como en muchos otros países del mundo.

Freiré ocupa un lugar preponderante en la gestación y desarrollo del movimiento de educación popular que existe en América Latina.

¿Quién es Paulo Freiré?

Paulo Freiré nació en Pernambuco, Recife, uno de los estados más pobres, de Brasil.
Sensibilizado por esta realidad, Freiré empezó a interesarse en la problemática educativa, estimulado por una joven maestra que sería la compañera de su vida: Elza.
El análisis de la realidad educativa le llevó a la necesidad de analizar críticamente el tipo de educación que venía dándose en todo el sistema educativo brasileño.
Una "educación domesticadora", profundamente elitista, discriminadora, autoritaria, desvinculada de la realidad, destinada a reproducir las injusticias sociales.
Una "educación bancaria", en la que el educador deposita conocimientos en las mentes de tos educandos, como se deposita cheques en un banco.
A partir de 1961, Freiré empezó a trabajar en el campo de la alfabetización de adultos. Propuso y desarrolló un método que, en 45 días, se proponía enseñar a los adultos a leer y escribir para que lograran "decir y escribir su palabra", rompiendo con su silencio y siendo "dueños de su propia voz".
Rápidamente, su experiencia y su propuesta educativa se difundieron en el resto de Brasil. El "método Paulo Freiré" -como empezó a llamársele- despertó el interés del gobierno populista de Joao Goulart, que se preparaba para impulsar un Plan Nacional de Alfabetización.
Cuando, en 1964, se dio en Brasil el golpe de estado, Freiré era precisa­mente el coordinador de dicho Plan. El método y Freiré mismo fueron acusados de subversivos. Freiré se vio obligado a aban­donar su país. Al poco tiempo se publicaba su primer libro, "La educación como práctica de la libertad" (1965).
Después de un breve exilio en Bolivia, se radicó en Chile, donde fue profesor universitario, y colaboró en varios programas de alfabetización y capacitación de adultos vinculados a la reforma agraria. Este "período chileno" concluyó con la publicación de la "Pedagogía del Oprimido" (1969), su libro más difundido.

Entre 1970 y 1979, Freiré trabajó como Consultor del Departamento de Educación del Consejo Mundial de Iglesias, en Ginebra, Suiza. En este periodo tuvo oportunidad de entrar en contacto con África, colaborando estrechamente en la planificación y ejecución de campañas de alfabe­tización realizadas en diversos países africanos liberados del colonialismo, tales como Sao Tomó y Príncipe, Angola, Cabo Verde y Guinea-Bissau.

En 1979, Freiré fue invitado a Granada y Nicaragua para colaborar en el diseño de sus respectivas campañas de alfabetización, ambas realizadas en 1980.
En 1980, después de un largo exilio, Freiré regresó a Brasil, para "aprender todo de nuevo", como él mismo ha dicho…

En 1989, a los 68 años, acepta la Secretaría de Educación de la Prefectura de Sao Paulo, desde donde empezó a impulsar planes y programas educativos renovadores, convencido -como siempre- de que la transformación educativa es un elemento fundamental en la lucha por una sociedad más justa.

Principales obras de Paulo Freiré publicadas en español
·        La educación como práctica de la libertad, 1965
·        Pedagogía del oprimido, 1969
·        Acción cultural para la liberación, 1970
·        ¿Extensión o comunicación? La concientización  en el medio rural, 1970
·        Concientización, 1973
·        Cartas a Guinea-Bissau: Apuntes de una experiencia pedagógica en proceso, 1977
·        Cuatro cartas a los animadores de los Círculos de Cultura de Sao Tomé y Príncipe, 1984
·        La Importancia do leer y el proceso de liberación, 1984 Por una pedagogía de la pregunta, 1985
·        La dimensión política de la alfabetización (P. Freiré), 1985
·        Educación popular: un encuentro con Paulo Freire (M. Torres), 1986
·        ¿Qué es el método Paulo Freire? (C. R. Brandao), 1988
·        Pedagogía de la pregunta Paulo Freire, E Pérez, F. Martínez), 1988
·        Alfabetización ¿a favor de quién? Paulo Freire 1989

Virtudes del Educador


Me gustaría hablar de un tema que como educador me preocupa mucho. Es el tema que acostumbro llamar "Reflexión crítica sobre las virtudes de la educadora o del educador".
Estas virtudes no pueden ser vistas como algo con lo cual uno nace o como un regalo que uno recibe, sino como una forma de ser, de encarar, de comportarse, de comprender, todo lo cual se crea a través de la práctica, en búsqueda de la transformación de la sociedad.

No son cualidades abstractas, que existen antes que nosotros, sino que se crean con nosotros (y no individualmente).
Las virtudes de las cuales voy a hablar no son virtudes de cualquier educador, sino de aquellos que están comprometidos con la transformación de la sociedad injusta, para crear una sociedad menos injusta.

DISCURSO Y PRACTICA

1.    Ser coherente entre lo que se dice y lo que se hace

La primera virtud o cualidad que me gustaría subrayar, es la virtud de la coherencia. La coherencia entre el discurso que se habla y que anuncia la opción, y la práctica que debería estar confirmando el discurso.
Esta virtud enfatiza la necesidad de disminuir la distancia entro el dis­curso y la práctica
Esto no es fácil de lograr.
Cuando me refiero a esta virtud, a nivel político, digo que hay que disminuir la distancia entre el discurso y la práctica, de tal manera que en algún momento la práctica sea discurso y el discurso sea práctica.
Obviamente que en este intento de coherencia, es necesario señalar, en primer lugar, que no es posible alcanzar la coherencia absoluta y que, en segundo lugar, ello sería un fastidio.
¡Imagínense ustedes que uno viviera de tal manera la coherencia, que no tuviera la posibilidad de comprender lo que es coherente, porque sólo se es coherente! Entonces no se sabe lo que es.

Se necesita ser incoherente para transformarse en coherente.

Hay, sin embargo, un mínimo tolerado para la incoherencia. Yo no puedo proclamar mi opción por una sociedad justa, participativa y, al mismo tiempo, rechazar a un alumno que tiene una visión crítica de mí como profesor.

No es posible hablar de participación democrática y, cuando las masas llegan a la plaza y pretenden hablar, decir: "Llegó el pueblo y va a echar a perder la democracia".

Por esta razón, la virtud de la coherencia es una virtud liberadora.
Otra virtud que emerge de la experiencia responsable, es la virtud de aprender a lidiar con la tensión entre la palabra y el silencio. Esta es una gran virtud que los educadores tenemos que crear entre nosotros.

PALABRA Y SILENCIO

2.    Saber manejar la tensión entre la palabra y el silencio

¿Qué quiero decir con esto?

Se trata de trabajar esa tensión permanente que se crea entre la palabra del educador y el silencio del educando, entre la palabra de los educandos y el silencio del educador.
Si uno, como educador, no resuelve bien esta tensión, puede que su palabra termine por sugerir el silencio permanente de los educandos.
Si no sé escuchar y no doy el testimonio a los educandos de la palabra verdadera a través de exponerme a la palabra de ellos, termino discurseando "para" ellos. Hablar y discursear "para" termina siempre en hablar "sobre", que necesariamente significa "contra".
Vivir apasionadamente la palabra y el silencio, significa hablar "con" los educandos, para que también ellos hablen "con" uno.
Los educandos tienen que asumirse también como sujetos del discurso, y no como repetidores del discurso o de la palabra del profesor.
Vivir esta experiencia de la tensión entre la palabra y el silencio no es fácil. Demanda mucho de nosotros.

Hay que aprender algunas cuestiones básicas como éstas, por ejemplo: no hay pregunta tonta, ni tampoco hay respuesta definitiva.
La necesidad de preguntar es parte de la naturaleza del hombre. El orden animal fue dominando el mundo y haciéndose hombre y mujer sobre la base de preguntar y preguntarse.
Es preciso que el educador testimonie en los educandos el gusto por la pregunta y el respeto a la pregunta, la reflexión sobre la pregunta.

La pregunta es fundamental, conectada con la práctica.

A veces, por ejemplo, el educador percibe en una clase que los alumnos no quieren correr el riesgo de preguntar, justamente porque a veces temen a sus propios compañeros.
Yo no tengo duda en decir que, a veces, cuando los compañeros se burlan de una pregunta, lo hacen como una forma de escaparse de la situación dramática de no poder preguntar, de no poder afirmar una pregunta..

A veces el propio profesor, frente a la pregunta que no viene bien organizada, dibuja una sonrisa, de esas que todo el mundo sabe qué significan por su manera especial de sonreír.
No es posible este modo de comportarse porque conduce al silencio. Es una forma de castrar la curiosidad, sin la cual no hay creatividad.

Es necesario desarrollar un pedagogía de la pregunta, porque lo que siempre estamos escuchando es una pedagogía de la contestación, de la respuesta.

De manera general, los profesores contestan a preguntas que los alumnos no han hecho.

SUBJETIVIDAD Y OBJETIVIDAD

3.    Trabajar críticamente la tensión entre la subjetividad y la objetividad
Otra virtud es la de trabajar en forma critica la tensión entre subjetividad y objetividad, entre conciencia y mundo, entre ser social y conciencia.
Es difícil definir esta tensión porque ninguno de nosotros escapa a la tentación de minimizar la objetividad y reducirla al poder de la subjetividad todopoderosa. Entonces se dice que la subjetividad arbitrariamente crea lo concreto, crea la objetividad.
No se puede transformar el mundo, la realidad, sin transformar las conciencias de las personas: ese es uno de los mitos en que miles de personas han caído: primero se transforma el corazón de las personas y, cuando se tiene una humanidad bella, llena de seres angelicales, entonces esta humanidad hace una revolución que es divina también. Esto simplemente no existe, jamás existió.

La subjetividad cambia en el proceso de cambio de la objetividad.

Yo me transformo al transformar. Yo soy hecho por la historia, al hacerla,
Otro equívoco que está presente en esta tensión es el de reducir la subjetividad a un puro reflejo de la objetividad. Entonces, esta ingenuidad asume que sólo debe transformarse la objetividad para que, al día siguiente cambie la subjetividad. No es así, porque los procesos son dialécticos, contradictorios, procesuales.

Cuando yo les digo que es difícil que uno ande por las calles de la historia sin sufrir alguna de estas dos tentaciones, quiero decir que yo también tuve estas tentaciones y anduve cayéndome un poco para el lado de la subjetividad.

Recuerdo, por ejemplo, que en la "Educación como Práctica de la Libertad" tuve algunos momentos que anunciaban que había sido picado por el subjetivismo.

Cuando leo la palabra "concientización" -palabra que nunca más usé desde 1972-, la impresión que tengo es que el proceso de profundización de la toma de conciencia aparecía en ciertos momentos de mi práctica como algo subjetivo.
Me autocritiqué cuando vi que parecía que yo pensaba que la percepción crítica de la realidad ya significaba su transformación. Esto es idealismo. Superé esas fases, esos momentos, esas travesías por las calles de la historia en que fui picado por el sicologismo o por el subjetivismo.

AQUÍ Y ALLÁ

4.    Diferenciar el aquí y el ahora del educador y el aquí y el ahora del educando

Otra virtud del educador y la educadora, es cómo no solo comprender sino vivir la tensión entre el aquí y el ahora del educador y el aquí y el ahora de los educandos.
Porque en la medida que yo comprendo la relación entre "mi aquí" y "el aquí" de los educandos es que empiezo a descubrir que mi aquí es el allá de los educandos.

No hay allá sin aquí, lo cual es obvio. Sólo reconozco que hay un aquí porque hay algo diferente que es el allá. Solamente es posible conocer un aquí porque hay un contrario.

Si yo estoy en una calle, hay sólo tres posiciones posibles: en el medio, en un lado o en el otro. Las demás son aproximaciones a estas tres posiciones básicas. Si yo estoy en el lado de acá, y quiero ir al otro lado, debo atravesar la calle

Es por esta razón que nadie llega allá partiendo de allá. Esto es algo que los políticos-educadores y los educadores-políticos nos olvidamos, es decir, respetar la comprensión del mundo, de la sociedad, la sabiduría popular, el sentido común que tienen los educandos.
En nombre de la exactitud de juicio que los educadores a veces juzgan, poseen, declaran que las masas populares necesitan de esta sabiduría, olvidando que desconocemos la percepción que tienen los grupos, de su cotidianeidad, la visión que tienen de la sociedad.
Entonces, pretendemos partir de nuestro aquí.
Yo no estoy diciendo que los educadores deben quedarse permanente­mente en el nivel del saber popular. Hay una diferencia muy grande entre quedarse y partir.

Yo hablo de partir del nivel en que el pueblo se encuentra, porque alcanzar el allá pasa por el aquí.

ESPONTANEISMO Y MANIPULACION


5.    Evitar el espontaneísmo sin caer en la manipulación
Hay otra virtud que es evitar caer en prácticas espontaneistas sin caer en posturas manipuladoras.
Esto no es así. El contrario de estas dos posiciones: es lo que yo llamo una posición radicalmente democrática.
Quiero decir que no hay que temer pronunciar la palabra democracia. Y de igual modo, la forma de hacerla real como lo era en sus orígenes.

TEORÍA Y PRÁCTICA

6.    Vincular teoría y práctica
Otra virtud es la de vivir Intensamente la relación profunda entre la práctica y la teoría, no como superposición, sino como unidad contradictoria. De tal manera que la práctica no pueda prescindir de la teoría.

Hay que pensar la práctica para, teóricamente, poder mejorar la práctica.
Hacer esto demanda una enorme seriedad, una gran rigurosidad (y no superficialidad). Exige estudio, creación de una disciplina seria.
Pensar que todo lo que es teórico es malo, es algo absurdo, es absolutamente falso. Hay que luchar contra esta afirmación. No hay que negar el papel fundamental de la teoría.
Sin embargo, la teoría deja de tener cualquier repercusión si no hay una práctica que motive la teoría.

PACIENCIA E IMPACIENCIA

7.    Practicar una paciencia impaciente
 
Otra virtud es la de aprender a experimentar la relación tensa entre pa­ciencia e impaciencia, de tal manera que jamás se rompa la relación entre las dos posturas.
Si uno enfatiza la paciencia, cae en el discurso tradicional que dice: "Ten paciencia, hijo mío, porque tuyo será el reino de los cielos". El reino debe ser hecho aquí mismo, con una impaciencia fantástica.
Si nosotros rompemos la relación entre paciencia e impaciencia, dejándonos ganar por la impaciencia, caemos en el activismo. El activismo olvida que la historia existe, no tiene nada que ver con la realidad, pues está fuera, de ella.
Se debe tener la virtud de ser pacientemente impaciente o Impacientemente paciente.

Nunca solamente paciente y nunca solamente Impaciente.

TEXTO Y CONTEXTO

8.    Leer el texto a partir de la lectura del contexto

Fácilmente, diría que todo esto tiene que ver con la relación entre la lectura del texto y la lectura del contexto.
Esta es una de las virtudes que deberíamos vivir para testimoniar a los educandos, cualquiera que sea el grado de instrucción (universitario, básico, el que sea), la experiencia indispensable de leer la realidad, sin leer las palabra. Para que incluso se puedan entender las palabras.
Toda lectura de texto presupone una rigurosa lectura del contexto.


Guía para el Trabajo en Grupo
Una vez leído el Documento:
Reflexionemos y analicemos en grupo su contenido. Podemos guiarnos con las siguientes preguntas:
·        ¿Quién es Paulo Freire?
·        ¿Qué opino sobre las virtudes que, según Freiré, debe desarrollar un educador?
·        ¿Cuáles de ellas aplican a mi quehacer futuro? ¿Por qué?
·        ¿en que radica la importancia de las mencionadas virtudes?
·        ¿Cuáles de ellas nos parecen difíciles de implementar? ¿Por qué?

EL EDUCADOR ES…
ALVARO GINEL

1.  Una persona libre


Educador,
tú sabes que estás llamado a marcar caminos.
No estás autorizado a hacer caminos por nadie ni de nadie.
Te corresponde sólo un camino: el tuyo.
¡Y ya es bastante!
Si lo realizas, marcarás rutas nuevas.
Si haces tu camino, serás maestro,
tendrás discípulos que te sigan,
y si no te sigue nadie,
quizás es que no has sido persona libre.
Educador de los años ochenta y del dos mil:
¡sé libre para hacer tu camino!
Los jóvenes de hoy te quieren persona libre:
inaugurador de caminos nuevos,
hacedor de futuro y abierto al futuro,
dueño de la situación y no dominado por las situaciones,
habitado de esperanza y no preso de miedos y añoranzas,
dispuesto a volar y capa<. de entrenar a otros en el vuelo,
seguro en tus opciones y dialogante con todas las opiniones.
Educador de los años ochenta y del dos mil:
cuando eres libre y en libertad caminas por la vida
tu camino florecerá ,
y tras tus huellas alguno aprenderá de ti
la libertad, educador.

2. ¡Es competente!

Me gusta así: competente,
apto, idóneo, preparado en tu propia disciplina,
capaz de respuestas claras,
de maestría para llegar a lo esencial
y hacer fácil lo difícil con sólo tocarlo
con tus manos de profesor competente.
Me gustas así: competente,
después de un largo estudio, reflexión
y mucha lectura personal
que no improvisa nada ni se contenta con ir pasando. Me gustas así: competente,
en medio de unos jóvenes tentados por lo superficial, propensos a extraviarse por caminos cortos que nunca dan profundidad ni consistencia.
Me gustas así: competente,
como quien ha recorrido ya los senderos de la ciencia
v sabe de sus alegrías y de sus espinas,
para acompañar a otros sin perderse,
para mostrarles las mavarillas que sólo se ven
cuando se es capaz de investigar y de buscar.
Me gustas así: competente,
en la mesa diaria de la clase donde se comparte
el pan de la ciencia
y donde se siembra, en silencio, ideales y promesas. Me gustas así: competente, profesor.


3.  Es cercano
Te he visto, educador, salir de tu mundo de adulto y caminar hacia el mundo de tus alumnos. Te he visto allí,
haciendo de su mundo, tu mundo.
Y estabas contento:
su mundo era tu mundo, sí.
Te he visto pasar la frontera
de las edades y mentalidades
porque tú sabes muy bien que el inculto
está en las divisiones.
Te he visto, educador,
salir al encuentro
de los que tienen sed de compañía,
de los que quieren ser acompañados
más que hacer compañía.
Te he visto, hoy, educador dar el primer paso
y llegar al umbral de tus alumnos
y llamar a su puerta con paz y con palabra,
dispuesto a entrar
en la medida en que te dejaran.
Te he visto, educador, muy cercano a los tuyos. Así, en la cercanía, quizás sean posibles cosas impensadas.
En la cercanía el corazón de tus alumnos, educador, a lo mejor se desborda en sinceridad y puede nacer una promesa.


4.  Es optimista

«Haced las cosas más alegres, que en la vida falta alegría»
En un mundo que no deja mirar al futuro
y nos quiere encerrar en el presente
para no atemorizarnos,
el educador cristiano
presenta un rostro optimista de la vida.
En un mundo que ofrece razones frágiles para vivir, el educador de los hombres y mujeres del dos mil se presenta con ganas de vivir y crea en el otro ganas de vivir.
En un mundo que no sabe muy bien qué responder
a la pregunta de muchos jóvenes:
«¿y después, qué?»,
el educador cristiano
sabe que después será la vida también,
y el futuro
y los cielos nuevos y la tierra nueva. Después no será el silencio y la soledad total. Después germinará la semilla que ahora enterramos, el trabajo que ahora hacemos, la esperanza que ahora nos mueve, la vida que ahora tejemos.
En un mundo que tiende a ver sobre todo lo negativo
y que acumula sin cesar nubarrones en el cielo
y pone zancadillas a los hombres en la tierra,
el educador cristiano aparece como profeta
que sabe descubrir lo bueno y lo positivo
oculto entre la cizaña,
pero siempre presente.
El educador cristiano es optimista,
da razones para vivir
porque él ha encontrado la Fuente
donde alimenta su esperanza en la vida y en el hombre.

5.  Es respetuoso

Educador,
te admiro profundamente cuando, adulto, te detienes a las puertas del otro, tu alumno, y respetas
y esperas
y no entras en la casa de su libertad sin que te hayan invitado a pasar.
Educador,
te admiro profundamente
cuando no ocultas tu palabra
y claramente dices lo que piensas
y escuchas con atención
las respuestas oportunas e inoportunas
de tus jóvenes interlocutores.
Admiro, sí, educador, tu respeto:
un respeto que no te hace silencioso,
ni cobarde, ni tragalotodo.
Un respeto que es un poema de finura
al valor que tiene la persona
y tú sabes muy bien
que no la puedes avasallar.
Educador,
te admiro profundamente
a la hora de verte tratar entre los niños
dando importancia a todos
haciendo a todos importantes.
Yo creo, educador,
que obrando así estás haciendo
con los hechos más que con las palabras,
hombres del mañana respetuosos.
Tú les diste la lección
cuando les tratabas con respeto.

6. Es paciente

Educador, si sabes esperar
...un día verás frutos en el desierto.
Educador, si sabes creer en las personas,
... las personas creerán en ti
y será posible un hombre nuevo.
Educador, si no pides nada a plazo fijo,
... sembrarás y sembrarás con alegría
en los surcos de tus alumnos.
Educador, si crees en lo que haces,
...lo que haces nunca será en ti una rutina.
Educador, si callas y desistes de justificarte,
... algún día tus alumnos tendrán que decirse:
«Es verdad, aquel profesor tenía razón».
Educador, si crees que en el joven aparentemente
más perdido es posible la verdad y el futuro,
...la verdad y el futuro nacerán en él.
Educador, si sabes buscar el momento oportuno para decir las palabras que educan y corrigen, ... tus palabras nunca serán interpretadas como palabras de «oficio»,
sino como palabras de amigo que ayuda a crecer.
Educador, si alguna vez tienes miedo a los jóvenes
y sientes la tentación de retirarte
para que no te molesten o para no molestarles,
... entonces algo ha dejado de ser joven dentro de ti.
Educador, si crees en la palabra como medio
de comunicación, de relación interpersonal,
... crea espacios para la palabra, para toda palabra,
también para la que te cuesta escuchar, porque es la pal
Educador, si eres paciente
... eres un gran sabio,
has aprendido a tratar con las personas.

7.  Es motivador

Educador, tú sabes muy bien que estás delante de los jóvenes para señalar caminos que ellos no pueden percibir todavía. Educador, cumples tu misión cuando señalas horizontes y no fuerzas a recorrerlos; porque lo tuyo no es imponer, sólo indicar, proponer. Eres, además, educador integral cuando abres a lo trascendente y sacas del horizontalismo fácil a tus alumnos
tentados por lo mediato, lo práctico
y unas relaciones de mercado:
valorar sólo lo que produce.
Educador, tú sabes que, en el fondo,
los jóvenes buscan
y tienen sed de verdades últimas.
Ellos suspiran por la Verdad.
Eres, sí, educador de verdad
cuando pones a tus jóvenes
ante las preguntas difíciles:
esas que asustan de entrada
y que ellos saben muy bien posponer
para nunca enfrentarse con las raíces
de la vida.
Educador, tú sabes muy bien
que los caminos del hombre van más lejos
del mismo hombre.
Tú estás llamado a motivar el camino
hacia cielos nuevos y tierra nueva.

8.  Es positivo

Educador, tú sabes lo que es estar al lado de los jóvenes viendo cómo crece el trigo y la cizaña, juntos, en la tierra personal.
Y    sabes que tiene que ser así,
que así es también en tu tierra y en tu vida:
se mezclan la bondad y la dureza.
Educador, tú sabes también
que no se quita la cizaña mejor
por fijarnos siempre en ella.
Tú sabes que es bonito enseñar
a descubrir el trigo que cada uno tiene
plantado en su huerto.
Y    es preciso nombrar el trigo de cada joven. Más aún, muchas veces, sólo cuando se nombra la bondad del otro
éste reconoce en sí que hay cosas más importantes y buenas de lo que creía. Educador, tú sabes muy bien que descubriendo lo positivo
se combate de la mejor manera posible la cizaña.
Educador, los jóvenes quieren a su lado
educadores positivos,
personas que sepan mirar y descubrir
la bondad, la belleza, lo bueno, lo justo
que todos llevamos dentro.
Hay cosas que con sólo descubrirlas
a uno le entran ganas por dentro
de cultivarlas.
Educador, eres la persona de lo positivo.

9. Es feliz

Feliz, tú, educador, porque tu tesoro son los educandos y tu vida es estar entre sus vidas, haciendo madurar la vida.
Feliz, tú, educador,
porque no guardas tu vida,
la derrochas cada jornada
entre silencios y esperas,
(¿quién contra las esperas del educador?
entre esperanzas y dudas,
entre ilusiones y temores.
Feliz, tú, educador,
porque te sientes realizado .
haciendo que brote la vida
que ya está allí, oculta,
esperando la voz del amigo maestro:
«Vida, sal a la vida».
Feliz, tú, educador,
porque, aunque todos te llaman profesional, tú sabes muy bien que aprendes cada día cuando estás delante de ellos, tus maestros,
cada uno diferente, original, incomparable; cada uno maestro de su maestro.
Feliz, tú, educador,
llamado a hacer brotar lo nuevo
que lleva cada uno dentro.
Si tú eres feliz,
felices serán ellos también.